Opinión

No podemos vivir del pasado

Por: César Picciotti

¿Qué podemos decir frente al descalabro que significó la participación peruana en los eventos internacionales de voleibol, es decir, el mundial U19 y la Copa Panamericana de Puerto Rico? Muy poco, o, mejor dicho, lo de siempre: una ingrata impresión que nos llama más que nada a reflexionar sobre lo complicado que será revivir un deporte que fue la niña de los ojos de muchas generaciones de peruanos.

Y, ciertamente, debemos de quitarnos todos esa pesada mochila que significó la medalla de plata de Seúl 1988. Esa generación dorada que nos deparó decenas de triunfos ya no está más. No existe. La nueva hornada de voleibolistas no está a la altura de ese grupo de mujeres que lo puso todo en la cancha: garra, amor propio, sed de triunfo, sangre en los ojos. Quiérase o no, en la memoria colectiva de nuestra afición está la figura de Cecilia Tait, Natalia Málaga, Cenaida Uribe, Gina Torrealba, Gaby Pérez del Solar y otras tantas que marcaron a toda una generación. Comparamos, esa sea tal vez nuestra gran debilidad como colectivo nacional. Los peruanos solemos vivir del recuerdo y eso no ayuda a las actuales deportistas porque ellas no son las de antes.

Las nuevas voleibolistas tienen que saber que tuvimos a una de las mejores selecciones del mundo y ese debe ser su norte, su querencia, su meta. Ellas son las llamadas a escribir las nuevas páginas de la historia del voleibol pero sin compararse con la generación dorada. Deben extraer lo mejor de sus predecesoras pero sin dejar de lado sus propias convicciones, sus propias fortalezas y valores. No es fácil vivir bajo la sombra de un huracán, de una tromba que lo arrasó todo.

Aquí debemos de jugar todos: deportistas, dirigentes, técnicos, periodistas y aficionados. Dejemos de lado las comparaciones y apoyemos a las nuevas generaciones a que escriban su propia historia, que sean ellas mismas las responsables de su futuro, que fabriquen nuevos sueños en base a un pasado glorioso. Basta ya de vivir de un pasado hermoso pero que ya no está más, seamos realistas.

Si no volvemos a escribir la historia del voleibol nacional seguiremos viviendo del pasado, exigiendo a las nuevas generaciones algo que solo se logra con trabajo y una buena dirigencia. Países como Colombia, Argentina y Chile así lo han entendido y ahora ya nos pasan por delante y acaso nos alcanzan. En el Perú hay talento, es cuestión de tener un manejo dirigencial y el apoyo decidido de la empresa privada y pública.

No puedo ser duro en criticar a estas deportistas. Mucho de estas derrotas son parte de nuestro afán por creernos aún un equipo de élite mundial. Eso no es así. La historia no es suficiente para logar triunfos. Es buena para saber que está en nuestro ADN amar y seguir al voleibol por donde vaya, pero no nos asegura ganar campeonatos.

Quitemos la pesada mochila a estas chicas y sean ellas mismas las que, con trabajo y sed de triunfo, tracen su propio camino. Todos lo podemos hacer.

(*) Periodista y dirigente deportivo

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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