Opinión

“El vengador anónimo” (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Paul Kersey es un arquitecto que sale a trabajar y deja en casa a su esposa y su hija adolescente. En su ausencia, dos delincuentes ingresan a robar y como encuentran solo siete dólares, enfurecen y violan a ambas mujeres. La madre muere y la hija agoniza. Kersey queda desolado. Un amigo le envía un regalo a Kersey, quien lo abre y encuentra una pistola. Guarda el arma en su saco y sale a caminar por las calles de Nueva York. Un delincuente intenta robarle y Kersey lo mata de un balazo. Más adelante ve que dos sujetos asaltan a un anciano y también acaba con ellos a tiros. Desde entonces, Paul Kersey se convierte en “El vengador anónimo” o “El justiciero de la ciudad”.

Volvió a nuestra memoria esta historia, de la primera película de la zaga de “El vengador anónimo” (1974), interpretada por Charles Bronson, cuando nos enteramos de que en San Juan de Miraflores un desconocido mató a un delincuente que le había robado su celular a una mujer. Al observar el asalto, el sujeto anónimo sacó un arma y le disparó al ladrón, quien fugaba en un mototaxi. En el vehículo menor la policía encontró el cadáver del delincuente y el celular de la mujer al lado. El autor de la muerte del malhechor había desaparecido sin dejar rastros.

No sería la primera vez que aparece uno de estos misteriosos individuos, conocidos también como “ángeles vengadores”, que se dedican a acabar con la vida de cuanto delincuente encuentran en su camino, en su intento de hacer justicia por sus propios medios. Más aún en estos momentos en los que la ola delincuencial se ha disparado y no baja ni con los estados de emergencia decretados en San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres y Sullana.

En la película “El vengador anónimo”, el teniente Frank Ochoa descubre que Paul Kersey era quien mataba a los delincuentes y lo detiene, pero un fiscal le ordena que lo deje en libertad. Kersey acaba con otros dos ladrones, pero lo hieren. El teniente Ochoa visita a Kersey en el hospital y le exige que se vaya de la ciudad. Al llegar a Chicago, Kersey ayuda a una mujer que era asaltada por dos sujetos. En su huida, los ladrones le hacen gestos obscenos a Kersey, quien apunta con su mano derecha contra ellos simulando una pistola y sonríe con una mueca de sarcasmo. Ahí empieza la secuela de “Death Wish”, nombre original del filme, de la que Bruce Willis es el protagonista de una de las últimas versiones.

Cuidado, cuando el crimen escala niveles de terror, como está pasando en el Perú, suelen aparecer estos “ángeles vengadores” que, como Paul Kersey, son aplaudidos y alentados por la ciudadanía. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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