El país se ha visto súbitamente sumergido en una crisis política que ha ido creciendo a medida que el silencio de la presidenta se dilataba. Privilegió las argumentaciones jurídicas en perjuicio de un acertado enfoque político y eso la ha perjudicado enormemente.
Esperemos que en el plazo más corto, la señora Dina Boluarte dé su versión de los hechos con total veracidad y pueda despejar las dudas que se han sembrado. Si no fuera así estamos ante una inminente profundización de la crisis y se tomará muy en cuenta las primeras declaraciones “son producto de mis años de trabajo” “son relojes de antaño”, entre otras.
Las medidas dilatorias motivaron la disposición fiscal del allanamiento en su domicilio y de su despacho en Palacio de Gobierno, que si bien es correcta legalmente, se ve empañada por la actitud de romper la puerta de la casa de la mandataria, la cual fue dirigida en la práctica por el coronel PNP Harvey Colchado que organizó la escenografía y puso en evidencia su posición dominante “proceda nomás” “solo entran los de DIVIAC”, cuando el director legítimo del operativo era el fiscal Mendoza, pintado en la pared. Esa imagen del rompimiento de la puerta, dio la vuelta al mundo dejando por los suelos la imagen internacional del país, a pocos meses de la realización de la APEC en Lima en noviembre próximo.
En este contexto, el día 3 de abril debe presentarse el gabinete Adrianzén en el Congreso de la República y el hecho que los temas no estén esclarecidos, no es auspicioso para los ministros, no obstante la renovación de seis carteras. La posición aparentemente forzada de varios ministros de apoyar sin conocimiento de los hechos a la presidenta, los ha debilitado y les hace perder credibilidad.
En este estado de cosas, el gabinete Adrianzén no merece recibir el voto de confianza del Congreso de la República y un grupo importante de apristas hemos opinado públicamente en ese sentido.
Por cierto que los extremistas y caviares han querido aprovecharse de esta crisis y antes de escuchar siquiera a la investigada, ya estaban pidiendo su renuncia y otros demandando la vacancia. Unos y otros lo único que querían era desestabilizar la democracia, hacer caer al gobierno y adelantar precipitadamente las elecciones.
Se pueden hacer elecciones limpias, con el mismo jefe de ONPE (pendiente de elección de uno nuevo por la JNJ) y el mismo presidente del JNE, (pendiente de una acusación constitucional en el Congreso) responsables de las irregularidades del proceso anterior? Saben los ciudadanos que de convocarse a elecciones ya no podrían ser removidos, porque así lo dispone la ley?
Encima, una vacancia significaría que el congresista Alejandro Soto, hombre de confianza de César Acuña Peralta asumiría la presidencia del Perú. Me resisto a lanzar a nuestra patria una vez más al vacío, como ha sucedido en los últimos 6 años.
El pueblo peruano exige de la presidente total transparencia, debe hablar con la verdad y solo la verdad, sino la crisis seguirá. La mujer del César no solo debe ser honesta, sino también parecerlo.
(*) Expresidente del Consejo de Ministros
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