Opinión

Los Felipillos del siglo XXI (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Decíamos ayer que las declaraciones que habría dado Maricarmen Alva, la presidenta del Congreso, a un grupo de diputados españoles sobre el Perú ha causado un remolino en las arenas movedizas de la política. Algunos afirman que, de ser ciertas las acusaciones, el hecho califica como traición a la patria. Por eso está cuajando un intento de censura que ya respaldan dos bancadas, la de Perú Libre y la de Juntos por el Perú.

Si Hernando de Soto, quien está realizando abiertamente una campaña para que potencias extranjeras intervengan en los asuntos internos del Perú, es comparado con “Felipillo”, Maricarmen Alva, en el caso de que se confirme que despotricó de nuestro país en España, podría ser émula de La Malinche, la intérprete, intermediaria y consejera de Hernán Cortés en México de antes de la conquista. Repito, eso sería si fuera verdad lo que arguyen los diputados españoles sobre Maricarmen Alva. De lo contrario, saldría ilesa de la batahola de críticas en su contra.

Estados Unidos ya desmintió a De Soto y lo dejó por las patas de los caballos sobre sus ínfulas de “personaje famoso, de prestigio y con muchos contactos y gran influencia”, como él mismo no se cansa de presentarse. El gobierno de Joe Biden, mediante su embajada en el Perú, rechazó su pedido para que intervenga en la gestión de Pedro Castillo.

“Los Estados Unidos apoya a las instituciones democráticas y rechaza las alegaciones de que el gobierno estadounidense esté buscando intervenir de cualquier forma en el Perú. Apoyamos al pueblo peruano y trabajamos hombro a hombro con sus representantes electos por el pueblo”, precisó la embajada norteamericana a través de su cuenta de Twitter. De Soto quedó mal parado.

Ahora falta que las autoridades españolas confirmen o desmientan las palabras que se le atribuyen a Maricarmen Alva, quien es acusada de afirmar que el gobierno de Castillo es ilegítimo y de pedir ayuda para vacarlo. La Cancillería y varios congresistas piden que se difunda el audio de esa conversación, pero Maricarmen Alva dice que no hay grabación porque fue un acto informal. Tal vez algún diputado español, de los que ese día estuvieron presentes, se dio el trabajo de grabar.

Es un asunto muy delicado. Si se consiguen las pruebas en su contra, la presidenta del Congreso puede ser censurada y su reputación quedaría por los suelos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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