Opinión

La misión de la OEA en el Perú

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hay quienes creen que la misión de la OEA podría decir, en su informe final, que Pedro Castillo está al mando de un régimen comunista, autoritario, hambreador e infestado por la corrupción, por lo que daría su respaldo a la vacancia presidencial y lo denunciará ante tribunales internacionales que le exigirían su renuncia. Otros, en cambio, piensan que la OEA concluirá que el Gobierno respeta la democracia, solo enfrenta problemas comunes a casi todos los países y que la oposición exagera en sus acusaciones, por lo que emitirá una sacrosanta resolución para que ya no molesten a Castillo. Ni lo uno ni lo otro. La OEA no resolverá ninguna crisis.

Es ingenuo pensar que la misión de la OEA, luego de analizar la situación política, saldrá a favor del Gobierno o de la oposición. Si retrocedemos el tiempo hasta después de las elecciones del 2021, viene a nuestra memoria el viaje que hizo una comisión de políticos a Washington para denunciar ante la OEA un presunto fraude electoral en el Perú. La OEA ni les abrió la puerta porque era un problema interno del Perú y que debían resolver las autoridades de nuestro país. Al final, el JNE concluyó que las elecciones habían sido limpias y el Ministerio Público descartó un posible fraude.

Esta vez no se trata de los resultados de un proceso electoral cuestionados por un sector de los políticos, sino de acciones y omisiones del Gobierno que la oposición pone en tela de juicio con insólitas medidas que han causado sorpresa a nivel internacional, como la decisión del Congreso de negarle al profesor Castillo la autorización para viajar a Colombia, Europa y México. Así las cosas, no solo las desafortunadas expresiones del presidente son motivo de vergüenza internacional, sino también no pocos disparates de la mayoría parlamentaria.

En este caso, la decisión de la OEA no será vinculante ni tendrá carácter dirimente. Su informe final sobre la situación política en el Perú solo incluirá algunas recomendaciones que el Gobierno y la oposición si desean toman o no.

Porque un Estado como el peruano es autónomo y soberano. La invocación a la Carta Democrática por parte del Gobierno es un recurso que solo busca un poco de aire y tiempo, pues la oposición se torna empecinada y asfixiante. Los problemas del país los tenemos que resolver los peruanos con nuestras propias decisiones, pero sensatas, no por intereses personales o mezquindades. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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