Opinión

1881: La toma de Lima y un viaje de placer

Por: Víctor A. García Belaunde

La mañana del 18 de enero de 1535, se funda la Ciudad de los Reyes por el conquistador Francisco Pizarro, su nombre quedó en los documentos oficiales, prevaleciendo el de Lima, derivación original del nombre del valle del Rímac. Posteriormente se hace el trazo de lo que sería la capital del virreinato, y sobre adoratorios prehispánicos se construirían la catedral, el cabildo y la casa de gobierno. Desde aquella fecha la capital celebraba siempre con mucho regocijo un aniversario de su fundación.

Todo cambió en 1881, cuando la ciudad de Lima era acechada por el ejército chileno y lo que se tenía para nuestra defensa era únicamente los restos de un ejército que había sucumbido antes en Tarapacá, Tacna y Arica. Los peruanos comenzaron a organizarse para la defensa de la capital, pero con el armamento de distinto calibre, fabricación y antigüedad poco se podía hacer.

Ante la falta soldados profesionales quienes habían caído en otras batallas, la sociedad en general ya sea en gremios o institutos profesionales se decidieron por defender la ciudad y afrontar la lucha ante la profanación de la patria, por eso abogados, médicos e ingenieros, así como los artesanos, comerciantes y hasta algunos extranjeros comenzaron a prepararse en maniobras militares.

La primera batalla para repeler la agresión chilena ocurrió en San Juan el 13 de enero de 1881 y llegó hasta el balneario de Chorrillos, con denuedo y valentía la defensa peruana era admirable pero el sacrificio de tantas vidas no logró paralizar el avance enemigo. Dos días después, el 15 de enero de ese luctuoso año de 1881, nuevamente se da otra batalla en Miraflores donde nuestras fuerzas son vencidas y la capital estaba a expensas del enemigo y se temía que fuera incendiada. La actuación del cuerpo diplomático y los jefes de las armadas extranjeras lograron que la capital no tuviera la suerte de Chorrillos y el ejército invasor entró en la ciudad en orden el 17 de enero, un día antes del aniversario de la fundación de Lima.

Mientras esto sucedía en Lima con el sacrificio de los peruanos por defender su suelo, los hogares enlutados, y el inicio del saqueo de los bienes de la capital; el general de brigada Mariano Ignacio Prado que nos condujo a la guerra y desertó del cargo de presidente de la república en plena contienda se encontraba descansando en un crucero de lujo en el Atlántico con rumbo a New York.

Prado llega el 11/1/1881 al puerto de El Havre en Francia, diciendo a su esposa que: “Estoy al terminar un viaje largo, dispendioso…” y también afirma: “sabes cuánto quiero al Perú, y que para mí no hay en el mundo un país como Lima…”. Parte el 15 de El Havre rumbo a New York donde llega el 31/1/1881 y recién dice enterarse de la caída de Lima: “Mi natural impulso fue, ir en tu busca tomando el vapor que conduce esta carta; pero no faltó un amigo que me hiciera notar todas las inconveniencias de mi marcha, aparte de que lejos de ser útil, podría más bien ser perjudicial a mi familia. Me quedo pues contra todo mi deseo”.

¿Qué hacía Prado en New York en enero de 1881? ¿Por qué no vino al Perú a rescatar a su esposa e hijos? ¿Quién era ese amigo que le aconsejaba que no vaya por su familia? ¿Sentía seguridad que a su familia no le pase nada en Lima con el ejército chileno?

¿Qué es lo que hacía Prado paseando por el Atlántico, disfrutando de los lujos de un pasaje de 1° clase como si en el Perú no pasara nada, cuando debía estar en el frente de batalla?

(*) Excongresista.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

 

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