Opinión

Empresarios y mafiosos

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

Hace algunos días, la “empresaria” Sada Goray fue capturada por la policía luego de que se puso en tela de juicio su “colaboración eficaz” conjuntamente con la de Mauricio Fernandini, el inefable ex presentador de televisión. Hay decenas de millones de soles de todos los peruanos en juego en los corruptos negociados realizados por Goray con el apoyo de Fernandini en el sector Vivienda.

Hace poco, hice una escala para comprarme un refresco de quinua y un pancito con palta en la carretilla de un vendedor callejero. Al costado, una señora y su hijito degustaban el mismo pan con palta pero no lo acompañaban con refresco alguno.

Le pregunté por qué no lo hacían. Me contestó que no le alcanzaba la plata. El sandwich costaba S/.2 y el refresco de quinua otras dos lucas.

La señora y su hijito sobreviven como vendedores ambulantes o sea pequeñísimos empresarios emprendedores que no le roban a nadie, chambean de sol a sol y de vez en cuando se dan el lujo de comer un pancito con palta en una plaza pública.

¿Quién es el empresario y quién simplemente un mafioso? La anécdota me hace acordar el caso de Robert Vesco,el estadounidense que compró el quebrado fondo mutuo Investors Overseas Services en 1970 por un millón de dólares o un poco más para luego apoderarse de los 224 millones que le quedaban a ese fondo con deudas por miles de millones de dólares y fugar de Estados Unidos. Se convirtió, según la revista Time,en un “financiero” fugitivo: en mi opinión era simplemente un ladrón que fue finalmente encarcelado en Cuba por estafar a un pariente de Fidel Castro, nada menos.

Vale decir, el “empresario” que para robarle al Estado soborna a funcionarios públicos y así comete el delito de cohecho activo previsto en los artículos 424 y 425 del Código Penal sigue siendo nominalmente “empresario” o “financiero” y normalmente tiene la puerta abierta para demorar los procesos o disminuir las penas y eventualmente comprar las sentencias. Y lo seguirán llamando “empresario” o “financiero” o, si integra un grupo mafioso o una organización criminal, no se habla de cartel sino de club. Por ejemplo, el llamado Club de la Construcción.

La semántica es sumamente importante y en un país como el nuestro ya es hora que a esos corruptos que siguen denominados como “empresarios” se les designe con la apelación que les corresponde de mafiosos o simplemente ladrones para no seguir contribuyendo a malear genéricamente a quienes, desde la empresa privada, constituyen el motor del desarrollo económico del Perú trabajando honestamente. *Presidente de Perú Acción

*Presidente del Consejo por la Paz

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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