Opinión

El Perú necesita psicólogo

Por: Julio Cesar Torres M.

Si el Perú fuera un paciente un psicólogo tendría que escucharlo y diagnosticarle un tratamiento para ayudarlo a solucionar el problema por el que atraviesa. Sería una tarea muy difícil darle un resultado coherente, pareciera ser un caso perdido.

Analicemos en la memoria colectiva de este paciente llamado Perú, donde deambulan, rondan y le susurran al oído sus conflictos del pasado, que lo atormentan sigilosamente a cada momento. La corrupción, el racismo, el clasismo, el machismo y hasta la huachafería le saca la lengua.

Ha ido heredando taras, traumas desde tiempos virreinales y ha sido incapaz de sobreponerse, liberarse y actuar con resiliencia, palabra que a veces tanto se ufana de usarla, pero en la práctica no la toca. Se aferra a sus fantasmas y prefiere restregarse en sus recuerdos y vivir así, diríamos casi contenido con camisa de fuerza y fingiendo estar sobrio.

Ahora vemos un país atado, sufrido, muy dividido por la política. Si hiciéramos una analogía con la familia, diríamos que los más afectados son  las nuevas generaciones, jóvenes viviendo en un entorno muy contaminado, toxico y complicado, con verdades y mentiras siempre a medias, llevándose a cuestas resentimientos, sin opción a un escape, encerrados en sí mismos.

Muchos han optado por la inercia, sin pensar, sin razonar y eso es lo que ocurrió el 11 de abril con la gran mayoría de peruanos soberbios e irresponsables. Es egoísmo no pensar y después pagar la multa como quien paga el estacionamiento y olvidarse del Perú.

La consecuencia fue lo que ya todos sabemos y el shock llegó al ver los resultados que dejó la pasividad: el país al borde del abismo entre dos grupos extremos, que realmente nos pueden llevar “al estacionamiento” por largos años de nuestra sociedad. La corrupción generalizada durante décadas de gobiernos con políticas de derecha, socialistas y de izquierda todos iguales, que nunca funcionaron.

Las redes sociales se han vuelto un campo de batalla minado donde no existe respeto, ni tolerancia y afecto, menos comunicación. Allí cada uno expone sus ideas, resentimientos, odios, amarguras y si no estás de acuerdo, inmediatamente eres el enemigo. Te destruyen, dueños de sus verdades. Lo más triste es ver y escuchar a grupos, amigos, familias divididas por la política: “exigen democracia y vemos dictaduras online” y con cero tolerancias te amenazan con eliminarte. No se dan cuenta de la locura. En conclusión, es o pareciera la radiografía de nuestra sociedad.

Es difícil saber dilucidar, pero hoy estamos en otra etapa. No vivamos del pasado. Es difícil volver a confiar, pero recapacitemos sin sembrar más caos. ¿Cómo creer en el cambio? ¿Cómo confiar en algo nuevo? Sin prejuicios, por el futuro y con posibilidades para todos. ¡He ahí el dilema!

(*) Comunicador/productor

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button