Opinión

El hombre que se comió al lobo (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hay izquierdistas que dicen que Yahib Bukele es neoliberal. Por otro lado, para muchos derechistas, Bukele es comunista. En realidad, el presidente de El Salvador es un político difícil de clasificar y etiquetar. Ambidiestro o camaleónico, lo que está claro es que el país de Bukele, que era uno de los más peligrosos del mundo, se convirtió en el más seguro de Latinoamérica. Eso sí es innegable, aunque sus métodos rompan protocolos y convencionalismos.

El estilo de Bukele transgrede todo tipo de formalismos. No es de esos políticos que creen que el terno y la corbata son signos inequívocos de distinción y elegancia, de capacidad y eficiencia. No, para él eso es pura bagatela. Por eso, Bukele no tiene empacho en asistir a eventos o galas, en su condición de jefe de Estado, con gorra y lentes oscuros. Su verbo no es florido, pero sí directo y claro.

A ortodoxias recalcitrantes de izquierdas, de esas que proclaman fórmulas trasnochadas de los tiempos de Brézhvev o Jruschov en pleno siglo XXI, Bukele antepone el pragmatismo y postula el libre mercado, pero sin irse a extremos. Aunque en realidad procede de un partido socialista emblemático de Centroamérica, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FFMLN), ideológica y políticamente Bukele es un individuo evolucionado. Se ha despercudido del dogmatismo que enceguece a los izquierdistas radicales.

Pero no se crea que Bukele que ha virado muy a la derecha. Porque a esquemas neoliberales obtusos tipo Trump o Bolsonaro, de esos que creen que el libre mercado es una varita mágica infalible, Bukele opone el carácter social del Estado. Sino, veamos uno de sus tuits: “El crecimiento económico sin distribución justa de la riqueza no sirve de nada. Es mejor un pedazo de pan que una gráfica fría”. En buen cristiano, eso quiere decir que los índices macroeconómicos no necesariamente son una radiografía de los bolsillos y el estómago.

Quizá el mayor logro de Bukele sea la lucha contra los Maras Salvatrucha, una megabanda que incluso tiene sus tentáculos en Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y Perú. En el marco de su dura guerra contra la delincuencia, el gobierno salvadoreño ha llevado de las narices a la cárcel a más de 60 mil maras. Por eso, las ONG pro derechos humanos y varios presidentes socialistas califican a Bukele de autoritario y abusivo. Pero él les responde: “El que perdona al lobo, sacrifica a la oveja”. El pueblo salvadoreño lo sabe, por eso respalda a Bukele con un 92% de aprobación a su gobierno. El rebaño está a salvo. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Check Also
Close
Back to top button