Opinión

Castillo, un disparo al cielo

Por: Hugo Guerra Arteaga

El gobierno de Pedro Castillo se ha convertido en un disparo al cielo, su trayectoria es impredecible. El triunfo de Perú Libre se debió a la confluencia de las izquierdas chavista, filosenderista y caviar, en el proyecto alentado por la Coordinadora Continental Bolivariana; pero eso solo implicó una alianza para tomar el poder, posponiendo la lucha ideológica de fondo.

Después del fraude electoral emergió un Ejecutivo pegado con babas. El partido impuso como premier a Guido Bellido, a sabiendas de que no sería un armador de gobierno, sino un destructor del orden establecido. El dueño de Perú Libre y nexo con el Foro de Sao Paulo, Vladimir Cerrón, inclusive advirtió que supervisaría las decisiones del nuevo régimen por encima de las autoridades oficiales.

Castillo –inspirado en su pasado de astuto dirigente sindical– generó la impresión de que estaba alineado con la organización que le dio la victoria, pero en silencio fue desarrollando su estrategia para liberarse de sus secuestradores del G2 cubano. Así, con el apoyo del polémico Iber Maraví, quebró al Sutep y constituyó el partido magisterial; además le puso freno de mano al plan de gobierno radical. Cuando se desató la crisis en el Congreso, precisamente por causa de los vínculos senderistas de Maraví, Castillo con maña jugó el bluf de la eventual cuestión de confianza y sin asco sacrificó a todo el equipo auspiciado por Cerrón, a quien le soltó los sabuesos de la fiscalía hasta reducirlo a la clandestinidad.

Para conformar el nuevo Gabinete necesitaba a alguien potable para la fuerte oposición parlamentaria, pero que al mismo tiempo siguiera dentro del espectro izquierdista. A falta de equipo propio, nadie mejor que Mirtha Vásquez, quien tiene una trayectoria bastante radical, aunque envuelta en formas prudentes y con experiencia congresal.

El precio ha sido bastante alto: Castillo ha tenido que franquearle las puertas del régimen a los caviares, devolviendo el acceso a todos aquellos ‘oenegeros’ que han medrado del estado desde el año 2000; pero a cambio ha retenido el poder en puestos clave como Interior, Cultura Educación, y Defensa.

Eso ha desembocado en la división de PL y su reconversión parcial en fuerza opositora, al punto de que a nadie sorprenda que estará alineado en muchas votaciones con la derecha que incluye a Renovación Popular, Avanza País, Fuerza Popular, APP y un sector de Acción Popular.

Nada de lo descrito significa que el gobierno haya abjurado de su ideología comunista. Castillo sigue siendo marxista leninista mariateguista, no es pro cubano pero sí está cerca del Movadef. Sus cambios son solo movimientos circunstanciales y le permiten ganar tiempo para reconstituir sus fuerzas, al estilo del mejor predicamento estratégico maoísta que postula dar un paso atrás para luego dar un salto hacia adelante. Para tener un panorama más completo falta ver cómo se recomponen los mandos senderistas tras la muerte del cabecilla Abimael Guzmán y en qué términos se darán los acuerdos con las bandas del narcotráfico en el Vraem.

¿Hay garantías para la gobernabilidad? No. Objetivamente hasta hoy como reza el lema popular solo podemos reafirmar que “tras el sombrero se esconde Sendero”. Si Castillo quiere seguir en el mando tendrá que retirar del Gabinete a los ministros cuestionados y deberá dar garantías concretas de un programa realmente moderado de aquí al 2026. Caso contrario, no podrá sortear las agitadas aguas del Congreso.

(*) Analista político

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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