En nuestro país muchos procesos de urbanización se ejecutan al revés. Lo normal – en todo el mundo – es que primero se planifican las urbanizaciones… escuelas, hospitales, comisarías, espacios recreativos, áreas comerciales, etc. Luego se instalan las redes de agua y desagüe, gas, y electricidad. Después se construyen las pistas y veredas. Y al final se construyen las casas. Y una vez construidas las casas vienen los moradores… y todos contentos.
En nuestro caso, estos procesos suelen ser al revés. Primero los moradores invaden terrenos baldíos – incluso, privados – y durante años viven en condiciones deplorables… sin agua potable, sin electricidad, sin seguridad, y en esteras. Después de las esteras viene la autoconstrucción.
Bueno pues… como casi todo lo malo que ocurre en nuestro país, estamos ante un proceso más de corrupción a gran escala.
Todo empieza por los traficantes de tierras. Entre ellos – sí o sí – hay alcaldes y regidores involucrados. Incluso, policías, jueces, y demás.
El problema es que después del negociado de las invasiones, viene el proceso de urbanización propiamente dicho, Durante los primeros años aparecen – poco a poco – las viviendas de ladrillo y cemento.
Pero nada pasa con los servicios públicos. En ese período los traficantes se encargan de sangrar – sin misericordia – a los moradores.
Desde las cuotas para titular las invasiones, hasta la venta de esteras y materiales de construcción, agua en cisternas, “seguridad”, transporte público, etc. todo es negocio de los traficantes.
Luego – pasados los años – cuando ya se tienen los certificados de posesión, previo pago por lo bajo a las autoridades municipales, empiezan los proyectos municipales de servicios públicos, plazas de cemento, y los monumentos… a lo que sea.
Fácil es imaginar lo caro e inseguro que resulta instalar redes de agua y desagüe, electricidad, y construir pistas y veredas en asentamientos humanos donde hay niños y gente viviendo, y mototaxis y combis circulando por allí.
La corrupción en el sector construcción es descarada… alfombra roja para las mafias de tráfico de tierras. Pero mil trabas, demoras, y pagos sin sentido para las urbanizadoras y constructoras formales. Y el Estado no mueve un dedo al respecto. ¿Intereses creados? Obvio.
PROPUESTA: Prohibir las invasiones y la autoconstrucción. Pero previamente, el Estado tendría que promover masivamente la construcción de urbanizaciones y viviendas de bajo costo – bien construidas – en terrenos de su propiedad.
(*) Exgobernador Regional de Ica
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