Opinión

Sin cultura general ni identidad

Por: Martín Valdivia Rodríguez

¿Cómo describiría al Perú? Es la pregunta que le hizo un periodista a una reina de belleza que viajó a Vietnam para representarnos en un certamen internacional. La guapa joven respondió que Perú es una «ciudad» maravillosa y dejó atónitos a los presentes. Esta torpe respuesta nos da una idea de lo que piensan quienes viven de espaldas al país como nación y al Perú como patria.

Precisemos los términos: País es el territorio físico, geográficamente es delimitado por las fronteras con otros países. Mientras que nación es un sentimiento de unidad de un grupo humano que tiene unas características comunes, sociales, culturales, idiomáticas, que lo hacen diferente a los demás. Y patria es la tierra a la cual se siente ligada una persona por motivos jurídicos, culturales, históricos o afectivos, bien por haber nacido en ella, bien por haberla adoptado como nación por elección personal.

De modo que país, nación y patria no son necesariamente lo mismo, aunque a veces, de acuerdo al contexto, se pueden utilizar como sinónimos. Sin embargo, hay una palabra que enhebra a los tres términos: la identidad, que se puede definir como el sentimiento subjetivo del individuo a pertenecer a una nación concreta, a una comunidad en la que existen diversos elementos que la cohesionan y la hacen única, como por ejemplo la lengua, la religión, la cultura, la etnia, etc.

Eso es que les falta a muchos peruanos que viven en Lima o alguna otra ciudad importante y no les interesa el resto del país, son indiferentes a sus compatriotas de otros pueblos, a sus culturas, a sus realidades. A veces hay quienes se llenan la boca, especialmente los políticos, hablando del “Perú profundo” o aludiendo a nuestros coterráneos como “compatriotas”, pero cuando están en el poder, se olvidan de esos sentimientos y demuestran que solo los utilizaron para ser elegidos.

Es inaudito que a una persona le pregunten por su “país” y ella responda que es una “ciudad”. Además de confusión de términos y nula identidad con su país, nación y patria, demuestra ignorancia. Pero esto también tiene una explicación. Las nuevas generaciones tienden a desinteresarse por los conocimientos en cultura general porque asumen que, con saber lo que concierne a sus carreras profesionales o sus actividades laborales en general, basta y sobra para desenvolverse en la vida. Las propias universidades están alimentando esta tendencia, pues en sus planes curriculares excluyen materias como historia, geografía, filosofía. De esa forma van delineando personalidades individualistas, ególatras, consumistas. Sin sensibilidad, sin amor al prójimo. Y ya estamos viendo las consecuencias. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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