Opinión

Reflexiones y compromisos pedagógicos para el 2024

Por: David Auris Villegas

A lo largo de estos días, había escrito otro artículo, pero al leer el elogioso mensaje de la Dra. Juana Sancho, pionera en la introducción de la Informática Educativa en España, cambié de opinión.  Ella me deseó que tuviese una excelente salida del año 2023 y una fantástica entrada al 2024, por lo que decidí escribir esta columna, ya que este año que se comienza, requiere compromisos de cada uno de nosotros.

El teatro del tumultuoso escenario del año 2023, al igual que toda época de la humanidad, nos ofreció lecciones de vida y lecciones pedagógicas que trascienden más allá de las aulas y nuestros hogares. La puesta en marcha de la educación virtual nos brinda la oportunidad de adaptarnos, así como la colaboración en equipo para enfrentar los grandes retos que afectan a nuestra existencia.

Estos desafíos demandan nuestro compromiso global en la consecución de un desarrollo sostenido y compartido. La educación nos ha recordado que los educadores son arquitectos en la economía e innovación del conocimiento. Sin embargo, en nuestro país, no se ha logrado consolidar los conocimientos en la educación básica, debido a una errada política educativa que subestima la transmisión de los contenidos temáticos.

Daniel Servitje, líder del Grupo Bimbo, hace diez años señalaba, entre otras ideas, la urgencia de impulsar una mayor exigencia académica a los estudiantes, quienes serán los responsables del progreso futuro. Además, inquieto por desarrollar a México y, por supuesto, a Sudamérica, añadía que, no solo se requiere equipar al sector educativo con computadoras, sino que nos incorporemos de lleno al mundo digital para competir en el mundo.

Asimismo, en el contexto de la disrupción, la educación se convierte en un elemento fundamental para fomentar la paz, la equidad y la justicia, siendo la clave fundamental para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Al impulsar la tolerancia en las aulas, se impulsa la democracia conciliadora, en la cual la convivencia armoniosa es esencial.

Por otro lado, de poco sirve que hayamos superado en exportación de materias primas a Brasil durante el 2023, pues lo que realmente va a asegurarnos un desarrollo, es la exportación de manufacturas. Esto requiere un compromiso de las universidades, para impulsar la investigación científica productiva, como lo han logrado Singapur y numerosos países asiáticos en alianza con sus universidades.

Con el fin de encarar estos desafíos del 2024, es imperativo que todos nos comprometamos con la educación para el desarrollo. Impulsemos el conocimiento basado en la investigación científica para generar productos manufacturados con responsabilidad social y, comencemos la digitalización a nivel nacional, de lo contrario, habremos perdido un año de oportunidades.

(*) Escritor, columnista, profesor universitario y creador del ABDICV

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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