Por: Lilly Bustamante
El milagroso Señor de Cachuy, que tradicionalmente convoca multitud de fieles que lo homenajean, tiene como día central el 9 de mayo. Sus devotos no escatiman honores y sacrificadas caminatas para llegar a su santuario, bajo las montañas del cerro Isahuay, a 3,700 metros sobre el nivel del mar, en el pueblo de Cachuy, distrito de Catahuasi, provincia de Yauyos, sierra limeña.
Una de sus fervientes devotas es Flor Pileña, que cumple con esas peregrinaciones. La veneración y culto hasta su oratorio comprende un recorrido de terreno agreste de 16 km que demora unas 10 horas a pie desde Canchán, soportando el característico frío de la sierra limeña. La historia cuenta que un pastor de nombre Martín Barrios, allá por el año 1690, se encontraba pastando sus vacas y de pronto algunas se dispersaron.
Al ir a buscarlas se encontró con una imagen con túnica blanca y pelo largo en medio de sus vacas. Este increíble fenómeno se repitió varias veces en el mismo escenario del hallazgo de la imagen. Impactado, recogió la efigie y, ante el asombro de sus familiares, la llevó a su choza, a unos 5 km del pueblo. Un día, al amanecer, ante su sorpresa ya no estaba la imagen ni sus vacas. Martín corrió preocupado, intu yendo que podrían estar en el mismo lugar. Y, efectivamente, estaban ahí, como esperándolo. Luego le vino un súbito cansancio y sueño.
Se quedó dormido y tuvo sueños reveladores. Desde entonces, toda su familia le rindió culto al Señor de la imagen. Y, al ver aumentar su ganado, entre otras mejoras, optaron por construirle un oratorio en la parte de afuera de su chocita, donde instalaron un pequeño altar que fue ganando fieles.
Al llegar la festividad de San Lorenzo en el pueblo, Martín Barrios decidió llevar la imagen a la misa en el pueblo de Putinza. Al enterarle de lo sucedido, el párroco dijo que se trataba del Señor de la Ascensión y dispuso colocarlo en el altar principal de la Iglesia.
