La paralización de la actividad minera es un grave perjuicio para el país. No hay duda de que el Perú es un país minero; sin embargo, las condiciones para el desarrollo de esta condición las vienen poniendo no quienes desarrollan la minería, sino los más radicales antimineros.
La presencia de estos agentes antimineros en el Gobierno es evidente y se pudo notar desde la campaña electoral. Se sabe que los conflictos en torno a la minería no responden a criterios serios y probados, sino que parten de afirmaciones ideológicas. Hoy, por ejemplo, tenemos en la PCM a una agente promotora del atraso, a una impulsora de mitos que solo van a traer más pobreza al país.
El discurso antiminero que se repite como un mantra, está en sintonía con los mandatos de la élite intelectual progresista de los países desarrollados y llega a nuestra región con el respaldo de oenegés y financiamiento económico. Eso, por un lado, por otro resulta el escenario más propicio para ideas extremistas y subversivas.
En general este discurso no tiene pegada en los grandes países mineros del primer mundo, allá están felices con su desarrollo. Todas las “rentables” fantasías conservacionistas están diseñadas a la medida del atraso de los países emergentes que deben ser los que paguen la cuenta de los estropicios del primer mundo. Incluso renunciando a su prosperidad y su soberanía. Curiosamente, los primeros aliados de esta trama son los sectores “progresistas” que viven y medran económicamente de estas circunstancias y se ponen al servicio de tales ideas.
Es sabido y claro que en lo esencial el problema es ajeno al tema del medioambiente, este no es más que un pretexto para exacerbar el conflicto y tener réditos políticos.
A esto se suma que los más interesados en acabar con la minería formal son los mineros ilegales, que son los más contaminantes, pero no aparecen en el radar de los ambientalistas de izquierda. A esto se suman los extremistas. Bestias violentistas que van de polizontes en la barca de los ambientalistas antimineros y que a su paso destruyen, queman y arrasan todo.
Mucha gente cae en esta trampa e ignora que existe una minería moderna y responsable que se practica aplicando la tecnología adecuada, con control del Estado y de la comunidad. Esa minería es la que se desarrolla formalmente en el Perú generando desarrollo y prosperidad. Cosa que a los progres asalariados no les gusta. Cabe recordar que las izquierdas viven de la miseria y el atraso. Donde hay crecimiento y desarrollo dejan de tener el caldo de cultivo para sus desvaríos ideológicos.
Lamentablemente, la minería formal y responsable no ha sabido comunicar su actividad, sus logros y aportes. Mientras la antiminería ha tomado los medios, las calles y las mentes de muchos desubicados. Hoy que se empiezan a paralizar importantes proyectos mineros con la consecuente crisis social y económica que eso implica urge establecer estrategias de comunicación para identificar a los peruanos con el desarrollo y no con el lastre progresista.
(*) Analista político
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