Opinión

Para mentir y comer pescado…

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Una mujer, que ya había sido vacunada con las dos dosis, intentó con engaños que le apliquen una tercera. El insólito hecho ocurrió en Puno. Como siempre, la de “Pepe, el vivo”. Quiso tener una dosis de refuerzo para estar más protegida que todos los demás peruanos. Aunque, a decir verdad, no sería la primera, pues la primera persona que se puso una tercera vacuna en el Perú fue un político muy conocido. Se trata de nada menos que Martín Vizcarra, considerado por muchos el peor presidente de todos tiempos.

Si bien los valores deben empezar por casa, pues el hogar es la primera escuela, las autoridades tienen la obligación de actuar con honestidad. Marco Tulio Cicerón, jurista, político y filósofo de la Roma antigua, afirmaba que “la honestidad es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho”. Así es, no hay nada mejor para uno que estar tranquilo con su conciencia. Uno de los más grandes lastres que puede tener un político es la desconfianza causada por la mentira o la deshonestidad.

Uno de los casos más famosos es el del expresidente norteamericano Bill Clinton, quien mintió bajo juramento en el caso de su affaire con la practicante Monica Lewinsky. Si hubiera dicho la verdad, el escándalo no habría sido la “bomba” política que fue. Acá, en Perú, un expresidente negó por muchos años a su hija, pero al final tuvo que decir la verdad y siguió gobernando, pero con una mancha en su pasado. Todo por mentir.

Ayer los cables de las agencias noticiosas informaban que, en México, según un informe de la consultora política SPIN, el presidente Andrés Manuel López Obrador, también conocido como AMLO, tiene en su haber más de 61,000 declaraciones falsas o engañosas en sus conferencias matutinas. Ahora, con tantos recursos tecnológicos que hay, es fácil pescarle la mentira a alguien. Así que los políticos ya saben que hoy, para mentir y comer pescado, hay que tener mucho más cuidado.

Los ministros, los congresistas y otros funcionarios públicos están avisados. Ya se están destapando algunos casos de hechos o declaraciones que no se ajustan a la verdad. Lo mejor que pueden hacer es ir por camino recto, sin traicionar la confianza que les ha dado el gobierno o el mismo pueblo con su voto en las urnas. La prensa está vigilante. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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