Opinión

No más muertes absurdas

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hace unas semanas, la presidenta Dina Boluarte dijo en Nueva York, ante la ONU, que en el Perú el 99% de las personas tiene seguro de salud. El lamentable fallecimiento del congresista Nano Guerra-García demuestra que eso no es del todo cierto. En la mayor parte del territorio del país o no hay hospitales ni postas médicas, y si los hay, pero no existen médicos y/o medicamentos suficientes o simplemente no existe nada. Y entonces los pobladores deben recurrir a la medicina natural, a las yerbas y los rezos. O ser trasladados de emergencia a la ciudad más cercana. Y muchos no llegaron a tiempo.

Qué paradoja del destino. Guerra-García había participado en Perumin, una convención que contó con la presencia de las principales autoridades del país e importantes empresarios mineros, los hombres más ricos del Perú. Guerra García tiene un costoso seguro de salud por el que el Congreso paga millones de soles al mes y cuyos servicios, si hubieran estado a la mano, le habrían salvado la vida. Pero, lamentablemente, el congresista se encontraba en Punta de Bombón, un distrito de la provincia arequipeña de Islay donde el centro de salud de la localidad atiende de 8 de la mañana a 8 de la noche. Y el legislador fue llevado de emergencia a ese lugar después de las 9 de la noche.

El parlamentario sufrió una descompensación, que es la disolución del equilibrio que el cuerpo llega a sufrir durante un periodo de tiempo específico, al enfrentar una enfermedad o trastorno. La descompensación llega a afectar todas las funciones del organismo, que se alteran, ya que el sistema de regulación del cuerpo no tiene la capacidad para mantenerlo. Hay técnicas básicas que pueden ayudar a lograr que una persona que se descompensa logre recuperarse, como darle agua lentamente o algo dulce (golosina o azúcar).

La descompensación de Guerra-García devino en un paro cardiaco. Incluso en esta situación, si no hay un centro de salud, alguna persona que conoce algo de primeros auxilios puede ayudar, pero en Punta de Bombón no se encontró a nadie que pueda conectarlo a un balón de oxígeno o le aplique la maniobra del RCP (reanimación cardiopulmonar). Falleció camino a Mollendo, donde está el hospital más cercano.

Esta lamentable situación pone en evidencia las deficiencias que enfrenta el sector salud. Lo de Guerra-García les ha pasado a muchos ciudadanos de a pie, personas desconocidas y cuyas absurdas muertes pasaron desapercibidas, no llegaron a los titulares de los periódicos. Esto ocurre en miles de centros poblados, distritos y provincias del interior del Perú. Lo peor que no han hecho nada ni siquiera quienes se llenaban la boca hablando del Perú profundo, para evitar más muertes absurdas en un país rico. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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