Opinión

La ultraderecha y el “macartismo” peruano

Por: Wilson Quispe Mamani

La Guerra Fría (1945-1991) fue el enfrentamiento entre capitalismo y el socialismo, liderado por EE.UU. y la URSS respectivamente. El senador McCarthy organizó una campaña de persecución contra intelectuales, políticos, sindicalistas y artistas críticos a la política imperial de los EE.UU. a quienes se les acusaba de comunistas. El “macartismo” vulneraba los derechos de los ciudadanos en defensa de la Seguridad Nacional.

La Guerra Fría ya culminó con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS; pero parece que la ultraderecha peruana sigue en sus trincheras combatiendo “los fantasmas comunistas”. Para ellos, cualquier ciudadano que critica el modelo neoliberal, se convierte en un “peligroso comunista” a quien hay que atacar y difamar; y no respetan los derechos constitucionales, como la presunción de inocencia.

La ultraderecha peruana que perdió en las últimas elecciones presidenciales no acepta la voluntad popular y ha realizado llamados a un golpe de Estado contra el presidente Castillo. Esta reacción no es aislada, también se manifestó en las últimas elecciones presidenciales en los EE.UU. donde vencieron los demócratas o actualmente en Brasil donde el presidente Bolsonaro ataca el Sistema Electoral ante un posible triunfo de la oposición.

El martes en la mañana, los medios de comunicación iniciaron una nueva campaña de desprestigio contra el gobierno por el ingreso de un dirigente a la Presidencia del Consejo de Ministros. Los funcionarios públicos estamos al servicio de todos los ciudadanos por igual y debemos atender a los comuneros, sindicalistas, trabajadores, campesinos, ronderos, etc.

Los gobiernos anteriores recibían a empresarios mafiosos que ganaban licitaciones y contratos que eran lesivos a los intereses del Estado y por consecuencia perjudicó a todos los peruanos. Dónde estaba la prensa imparcial y las unidades de investigación de los grandes medios de comunicación o guardaron un silencio cómplice porque se beneficiaron de la publicidad de esas grandes empresas y del Estado.

La versión peruana del macartismo ha consistido en “terruquear” a políticos, intelectuales, artistas y dirigentes populares por los medios de comunicación. Asimismo, han criminalizado la protesta, mediante normas legales que permite detenciones, denuncias, procesos y sentencias condenatorias contra dirigentes populares que solo defienden a su pueblo.

La prensa desprestigia a los dirigentes populares ante la opinión pública, acusándolos de violentistas o tener antecedentes policiales o judiciales. Por ejemplo, denominan a los dirigentes de las comunidades como “terroristas antimineros”; y las fuerzas policiales cumplen con brindar seguridad privada a las mineras, cuando su función es brindar seguridad a todos los peruanos.

Mi Despacho congresal siempre estará abierto a todos mis hermanos sin distinción de idioma, etnia, sexo, ideología, religión, origen social, posición económica u opinión política, es decir respetamos los derechos de todos los peruanos por igual.

(*) Congresista de la República por Perú Libre

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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