Opinión

La doble moral roja

Por: Hugo Guerra Arteaga

Un modesto redactor del diario El Trome pone en su cuenta personal de Twitter que ojalá alguien asesine a Pedro Castillo emulando el magnicidio de J.F. Kennedy y, de inmediato, saltan todas las alertas fiscales, los ministros, las ONG y los caviares pidiendo penas extremas de 30 años a más contra tan singular “amenaza de muerte”. ¿La reacción es justa o es más el escándalo mediático que el hecho?

Repudio cualquier tipo de violencia y rechazo las amenazas vengan de donde vengan. Twitter es, sin embargo, una red social en la que los participantes, sobre todo en temas políticos, sueltan no solo buenas razones sino barbaridades y reflejan sus bajos instintos. Los debates rara vez son alturados y por lo general se arman trifulcas achoradas.

Eso no justifica avalar comportamientos ilegales o la incitación al odio, pero los izquierdistas harían bien en parar su “escandalete” y, más bien, revisar su drama existencial: la doble moral que los guía.

En las redes caviares y extremistas han amenazado y se han burlado matonescamente de sus opositores demócratas. En noviembre de 2020 mandaron turbas para atacar al periodista Beto Ortiz en su casa. No hace mucho Sigrid Bazán pedía que alguien mate a Martha Chávez y hace apenas unos días Vladimir Cerrón, el verdadero dueño de Perú Libre, tuiteaba que, si no se permite la realización de una Constituyente, entonces “se apretura” (sic) la vía violenta. Es decir que en menos de 140 caracteres el sentenciado en el caso de los Dinámicos del Centro amenazó a todo el país con la eventual reedición de los actos terroristas de sus camaradas de SL y el MRTA.

El ministro de justicia, Aníbal Torres, ya había amenazado con que, si se seguía investigando el fraude electoral, “correrán ríos de sangre”. Y poco antes de la proclamación de Pedro Castillo, en pleno centro limeño los pseudo ronderos chotanos se paseaban con el machete en la mano y hasta masacraron impunemente a un ciudadano en la plaza San Martín. Es decir que la política de Estado no descarta el recurso a la violencia masiva, en cualquiera de sus formas si la oposición no cede a su cesarismo. Pero la doble moral no se limita a eso. Cada vez que se agrede, afecta o siquiera se insinúa una crítica dura a una mujer roja, de inmediato sale todo el equipo de ONG, funcionarios y trolles a chillar.

Pero si la afectada es una mujer de oposición el silencio es total, allí están -entre otros- los casos de Keiko Fujimori, vilipendiada hasta la infamia, de Carla García a quien agravian en la memoria de su padre, de Patricia Chirinos a quien acosan en el Congreso sin que haya sanción, y de todas aquellas mujeres que tienen los ovarios bien puestos y defienden la verdadera democracia, el no al aborto, los principios de la familia y la oposición al marxismo.

Pedro Castillo no se merece la muerte ni se la deseo, pero sí se hace acreedor a todos los calificativos denostativos más gruesos como político y como símbolo viviente de lo que es la basura de izquierda. Ya sabemos que el sinónimo de comunismo es odio, pero camaradas bájenle el tono, no chillen tanto que podemos sacar al fresco su largo historial violentista y asesino.

(*) Analista político

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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