Opinión

Las paredes tienen ojos y oídos

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hay mucha ingenuidad en la política. No les falta razón a quienes dicen que las paredes tienen ojos y oídos, pues con los beneficios de la tecnología, usados por la policía y el periodismo, ya casi nada puede quedar oculto. Ya no estamos en los tiempos de los “vladivideos”, cuando solo se podían filmar lugares y momentos específicos. Ahora hay cámaras por todos lados y se pueden camuflar hasta en un lapicero o un reloj. Además, toda la documentación está digitalizada y fácilmente se pueden averiguar los antecedentes de una persona, especialmente si esta asume un importante cargo.

Por ejemplo, Martín Vizcarra no pudo ocultar las visitas de su amigo “Richard Swing” a Palacio de Gobierno, y los vouchers de compra de una farmacia demostraron que Alejandro Toledo no fue secuestrado, como él y su esposa Eliane Karp lo denunciaron, sino que pasó una noche de alcohol y sexo con tres mujeres. Además, alcaldes, fiscales y otras autoridades han sido filmados o grabados en plena entrega de una coima.

Es difícil que un hecho fraudulento, un antecedente policial o cualquier otra mancha en el pasado de una persona permanezca oculto para siempre. Hasta gugleando en internet, sin necesidad de remover archivos secretos, se puede encontrar información que puede tumbar a un personaje poderoso. Los antecedentes del exministro Iber Maraví –con presunto pasado senderista– y los de Luis Barranzuela, nada menos que actual titular del Interior y con una foja de servicios en la policía con muchas notas grises, de ninguna manera podían pasar desapercibidos.

No se necesitan poderosos servicios de inteligencia o un sofisticado plan de espionaje para obtener información que desacredite y borre de un plumazo la supuesta honorabilidad de una persona que se presumía intachable. Antes de elegir y nombrar a una persona en un cargo es indispensable pasar su información por el filtro de la decencia, aparte de verificar sus cualidades profesionales y su experiencia. Hay muchos recursos y herramientas para hacerlo, pero parece que los gobiernos, especialmente el actual, no toman en cuenta este importante detalle. Las malas decisiones causan el deterioro de la imagen, pero no se hacen las correcciones necesarias, lo cual realmente no debería ser difícil. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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