Opinión

Gabriel García Márquez: El perfecto 10

Por: Tito Ponte Silvera

En dos días se cumplen 96 años del natalicio de Gabriel García Márquez, el Nobel de Literatura latinoamericano que maravilló al mundo. Nació un 6 de marzo de 1927, y fueron diez décadas después que publicó su obra cumbre, Cien Años de Soledad.

Por su vocación, y ese don intelectual, muchos podrían considerar que el Gabo fue un personaje que excluía o soslayaba las costumbres, gustos y actividades folclóricas o cotidianas de la vida. Pero no, no fue así. Por el contrario, el literato era amante a la música vallenata, un género musical de origen autóctono de la zona caribeña de Colombia. García Márquez se dejó atrapar por el sonido del acordeón y por esos ritmos que alentaban al baile y a la parranda, pero que a su vez inspiraban al escritor para comenzar a crear sus más fantásticas crónicas y narraciones. Él mismo confesó que en Cien Años de Soledad y en el Amor en Tiempos de Cólera estuvo presente el vallenato, un elemento que describía de manera genuina las historia en Macondo, que sin lugar a duda eran las mismas que vivió en su tierra natal, Aracataca.

Pero, no fue solo el vallenato lo que el Novel de Literatura tenía como gusto particular. El fútbol fue de los placeres que demostraban que el Gabo no sufría de soberbia intelectual. García Márquez vio en este deporte la pasión y el delirio, sentimientos que quizás muchos cultos aburguesadas de su época desdeñaban señalando que era una actividad “barriobajera” y que iba en contra de las virtudes de un esteta. Gabo fue arquero, quizás no de los buenos, pero se puso los guantes y fue uno más entre sus amigos barranquilleros. Fue al estadio y se hizo hincha del Junior, y pudo vibrar, en cierto modo, por un juego en donde pudo admirar a Alfredo Di Stefano o Heleno de Freitas. Así lo dió a conocer en su escrito “El Juramento”, texto en el que además realizó un análisis y analogía entre los futbolistas más destacados y la función literaria que hubiesen cumplido cada uno de ellos. Pero, si hablamos de este eximio narrador, fácilmente podríamos haber dicho que era un perfecto número 10.

Gabriel García Márquez hubiese sido un 10 mágico, cómo “el Pibe” Valderrama o Maradona. Un jugador con una inventiva real maravillosa; capaza de desbordar y quitarse de encima a sus rivales: con caño, rabona o bicicleta. Con certeza podemos asegurar que el Gabo hubiese jugado entre líneas; con pases poéticos y goles antológicos. Y si lo comparamos con un jugador de la actualidad Gabo hubiese sido como Messi, un futbolista de todas las lenguas, sangres y títulos habidos y por haber. Gabo fue un perfecto 10.

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