Nuestra sociedad se percata de su error al votar por personajes nefastos, una vez estos están instalados en sus cargos, y es desde allí que nos permiten ver con sus actos un nuevo error, una nueva decepción y el engaño a que el votante fue sometido.
En este siglo tenemos a todos los presidentes elegidos cuestionados, solo Alan García impidió con su suicidio (por no quererse someter a los vejámenes de la persecución vizcarrista), a que se continue las investigaciones en su contra. En un penal acondicionado para ex altos funcionarios del Estado están recluidos Alberto Fujimori y Pedro Castillo, y se le suma Alejandro Toledo extraditado de los EEUU, y posiblemente los acompañen Ollanta Humala y Martín Vizcarra mientras que Pedro Pablo Kuczynski está saliendo airoso de sus procesos.
Frente al panorama de acusaciones por corrupción al ámbito presidencial, se adiciona las actividades deleznables de los representantes a Congreso y en la actualidad llegan a seis las parlamentarias que están acusadas de recortar los sueldos a sus trabajadores para beneficio propio o para terceros. Las congresistas Magaly Ruiz, Rosío Torres, Katy Ugarte, Heidy Juárez, María Cordero y María Acuña tienen investigaciones abiertas y pronto salvo la ética de los votos del Congreso deberán afrontar procesos penales.
No es novedad que algunos parlamentarios utilicen la modalidad de apropiarse de parte del sueldo de sus trabajadores, esta práctica abusiva de algunos congresistas demuestra que no les interesa la calidad de su trabajo, y su paso por el Legislativo queda solo en la mediocridad, salpicando el desprestigio personal a todo el Congreso.
Se dice que la culpa la tiene el pueblo que no sabe elegir a sus representantes, en parte es cierto, muchos no saben ni conocen a quienes le van a dar la oportunidad de servir a la nación con su voto. Pero también hay de quienes engañan y otorgan prebendas para obtener el convencimiento del votante. Desde la firma para la inscripción de un partido político ofreciendo galletas o dinero, se demuestra los lineamientos “ideológicos” de quienes van a estar al frente de aquel movimiento político, siendo una modalidad del viejo sistema del “pisco y la butifarra” para los votantes que iban a sufragar por quien mejor los alimentaba el día de las elecciones. En contraposición a eso Belaunde impone su frase para llegar a su electorado: “Sin matones, sin camiones y sin millones”.
En los gobiernos regionales y municipales la situación ha sido peor, la mayoría de los gobernadores regionales están procesados, acusados y hasta presos por delitos de corrupción, y en esa misma línea también los alcaldes siendo la población la más perjudicada al no obtener la solución a sus problemas básicos en donde sus autoridades realizan obras cuestionadas, allí están para una muestra el monumento a la maca en Huayré; el monumento a la ojota en Chivay; el monumento al sombrero en Celendín entre otros, siendo estas un homenaje al despilfarro y la incapacidad. Esta situación debe cambiar, porque la población no da un cheque en blanco a las autoridades elegidas quienes una vez en sus cargos no cumplen sus promesas de campaña y es así que la promesa se convierta en embuste.
En el Congreso, la comisión de ética debe estar compuesta por expresidentes o ex parlamentarios de ese poder del Estado, de manera que los congresistas en ejercicio se preocupen directamente de su trabajo; mientras que los gobernadores regionales y los alcaldes deben ser fiscalizados con mayores ajustes por la Contraloría y el Congreso. Llegar a este tipo de regulación demuestra desconfianza y falta de credibilidad por la crisis política y de representación que nuestro país atraviesa, Por eso se debe velar por la idoneidad de quienes controlan y reconsiderar a los personajes que presentan los partidos políticos, cuyas dirigencias deben asumir su responsabilidad por los candidatos que proponen al elector.
(*) Abogado – excongresista
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