Alguien miente. La excanciller Elizabeth Astete dice que el presidente Francisco Sagasti sabía que ella se había aplicado a escondidas la vacuna china Sinopharm. El mandatario lo niega. Ella es una reputada diplomática que, además de ministra, se ha desempeñado como embajadora del Perú en Ecuador, México y Suiza. Él, un ingeniero industrial, investigador, escritor y político. Ambos son representantes del mundo académico, de la élite privilegiada que pudo tener una buena educación. Pero uno de los dos, miente.
El exprimer ministro César Villanueva se jactaba de ser un profesional de alto nivel y un eficiente funcionario público, que por algo se desempeñó como presidente regional de San Martín y presidente del Consejo de Ministros durante los gobiernos de Martín Vizcarra y Ollanta Humala. Sin embargo, acabó en prisión al estar embarrado hasta el cuello en el lodazal de la corrupción por el caso Odebrecht.
Con razón, cuando fue del gabinete ministerial, César Villanueva anunció la incorporación de la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN) a la estructura del Poder Ejecutivo, tras un acuerdo adoptado en el Consejo de Ministros. Viejo zorro, como tenía la conciencia sucia, alargó sus tentáculos para hacerlos llegar hasta un ente que, justamente, se encargaba de fiscalizar a los organismos estatales para detectar y denunciar los casos de corrupción.
Adujo que ese organismo, la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, sería una secretaría dentro de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), que estaba bajo su control, “con el fin de fortalecerla y que pueda realizar un monitoreo efectivo de la implementación de las acciones contra la corrupción plasmadas en el Plan Nacional de Integridad y Lucha contra la Corrupción 2018- 2021 (…)”. Qué tal habilidad y descaro para tratar de cubrir sus cochinadas y hacer creer que tenía las manos limpias.
Pero en los últimos gobiernos las acciones deshonrosas no solo han sido inherentes a los políticos de oficio, sino también a técnicos de prestigio que, ante la necesidad motivada por la pandemia, fueron llamados a ocupar cargos o desempeñar funciones profesionales directamente vinculadas con la política.
Allí está Pilar Mazzeti, una prestigiosa médica cirujana y neuróloga peruana, ganadora incluso de un premio internacional por su aporte a la ciencia y la medicina. Ella salió a decir que como todo capitán que se queda en el barco hasta que se hunda, sería la última en vacunarse. Pero resultó siendo una de las primeras en inmunizarse en secreto.
No hay nada que hacer, en los pantanosos terrenos de la política, los funcionarios públicos son muy proclives a cultivar un nuevo “arte”, el de la mentira.