Opinión

“Desdoblamiento innecesario” (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

¿Seríamos más inclusivos y nos comunicaríamos mejor si usáramos expresiones como “todas y todos” o “las ciudadanas y los ciudadanos”; “les amigues”, “les alumnes” o “les chiques”? ¿O “la munda”, como sugirió hace unos años una conocida actriz? Definitivamente, no. En primer lugar, ni siquiera debería usarse la palabra inclusión, pues esta significa “poner algo dentro de una cosa o dentro de sus límites”. Tácitamente se asume que lo que se incluye es algo menor o inferior que pasaría a ser parte de algo más grande. Es decir, la mujer sería incluida en los dominios del hombre. Y no se trata de eso. La palabra que se debería usar es justicia.

A la mujer no hay que incluirla, pues ella merece algo mejor que ser la costilla de Adán, una parte pequeña de algo más grande. A la mujer debemos reconocerle sus derechos, sus virtudes, sus capacidades. En resumen, a la mujer hay que hacerle justicia. Según la definición de la Oxford Languages, justicia “es el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”. Eso es, a la mujer debemos darle lo que le corresponde, por merecimientos propios. Y eso no es inclusión, sino justicia.

De tal manera que el planteamiento teórico del movimiento feminista está equivocado, pues la inclusión no es necesariamente intrínseca a la justicia, que es lo que en el fondo se debe dar a la mujer. Por cierto, si hay feminismo, también podría haber “machismo” como movimiento político, social, académico, económico y cultural, lo cual es otro contrasentido del enfoque de esta vertiente filosófica.

Pero volvamos a lo del lenguaje inclusivo, ya no a partir de su concepto, sino de sus efectos prácticos. Según la Real Academia Española (RAE), el lenguaje inclusivo es un conjunto de estrategias que tienen por objeto evitar el uso genérico del masculino gramatical, “mecanismo firmemente asentado en la lengua y que no supone discriminación sexista alguna”.

Imaginemos que se acepte el lenguaje inclusivo en el Perú y que los medios de comunicación, entre ellos los de la prensa escrita (la redundancia es aceptada, por si acaso), tuviéramos que adecuarnos a las nuevas reglas. Entonces, en las portadas de los diarios tendríamos que escribir, por ejemplo: “Las congresistas y los congresistas representan a las peruanas y los peruanos”. O “Las profesoras y los profesores son responsables de la educación de las alumnas y los alumnos”. Imposible.

Como se concluyó en el Congreso peruano, que rechazó el lenguaje inclusivo, se trata de un “desdoblamiento innecesario”, del que nos ocuparemos mañana. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button