Opinión

Falta de empatía en entidades públicas

EDITORIAL

Uno de los grandes problemas de las instituciones públicas es la falta de empatía. Décadas de décadas venimos arrastrando el problema de la secretaria que se pinta las uñas o el empleado que se pone a hablar por teléfono de asuntos personales, en vez de apurar su trabajo ante una larga cola de usuarios que, cansados de estar parados, esperan ser atendidos. Ningún candidato ha hablado, hasta ahora, sobre su intención de cambiar esta situación que parece crónica en los organismos del Estado. Aunque, claro está, hay honrosas excepciones, pero muy pocas.

Durante su campaña electoral, el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, prometió no solo acabar con la burocracia dorada, sino también sacar de la administración pública a toda persona que no tenga vocación de servicio. El mensaje caló hondo y seguramente le hizo ganar algunos votos a AMLO, como le dicen al mandatario azteca, quien fue elegido con más del 53%, dejando atrás al candidato del PAN (27.27%).

El último sábado y el domingo se formaron largas colas en los alrededores de los llamados vacunatorios, adonde eran llevadas las personas de más de 70 u 80 años por sus hijos o nietos. El caos demostró no solo desorganización e ineficiencia, sino también falta de empatía. No pretendemos generalizar, pues hubo locales y muchos vacunadores, coordinadores y sectoristas cuyo trabajo merece el aplauso, pero no pocos se ubicaron del otro lado de la orilla.

El hecho de que un empleado público ejerza su labor con vocación de servicio, respeto, empatía y eficiencia no solo depende de él, sino de sus jefes. Son estos últimos los que les dan las directivas, los orientan e instruyen para realizar su trabajo de la mejor manera. Si un jefe es déspota y arrogante será difícil que los empleados a su cargo muestren una conducta diferente.

Es obvio que los temas centrales que deben abordar los candidatos son la salud (lucha contra la pandemia), educación, seguridad ciudadana y corrupción, pero en sus campañas no deben olvidar los detalles y los gestos relacionados con problemas cotidianos como la atención en las instituciones públicas, las oficinas, los hospitales, las comisarías y otros locales. Los funcionarios, los médicos, los comisarios, los empleados, etc., en muchos casos son hasta insensibles e inhumamos.

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