Opinión

A llorar al muro

Por: Antero Flores-Araoz

Una reciente columna de Aldo Mariátegui debe llevar a la reflexión de connotados empresarios y de familias con envidiable situación económica, que ni dan su tiempo para tener un mejor país, ni tampoco aportan para formar seres humanos que puedan hacer dicha tarea.

En efecto, hemos estado acostumbrados a presenciar en las campañas políticas cómo algunas personas, posicionadas en alto nivel patrimonial y de ingresos, ayudan en elecciones generales en forma económica, no solamente a la agrupación política de su preferencia, sino también a otra u otras que pudieren ser recipiendarias del voto popular, a efecto de tener cercanía con ellas.

Evidentemente una actitud efectista que algunos podrían considerar como práctica, pero no necesariamente ética y, cuando los resultados electorales no son lo que esperaban, se lamentan, como si estuviesen en el famoso muro de Jerusalén, pero ya tarde, realmente muy tarde.

Reconociendo que en todas o casi todas las agrupaciones políticas, hay personas de bien que quieren lo mejor para su país y batallan para lograrlo desde sus singulares ópticas, dando su tiempo y esfuerzos para ello, es incomprensible que otras personas que no estén dispuestas a dar su tiempo, pero que bien podrían hacer aportes económicos, solo lo hagan en campañas y muchas veces exigiendo que no se sepa el nombre de los donantes.

Como se dice, increíble pero cierto, las agrupaciones políticas llamadas de izquierda y seguidoras de sistemas económicos centralmente dirigidos desde el Estado, reciben casi permanentemente ayudas económicas de organizaciones no gubernamentales y fundaciones, lo que los ayuda tremendamente a solventar los gastos de adoctrinamiento, formación e instrucción en materia política, de futuros cuadros. El esfuerzo formativo es constante.

Desde la otra orilla, no necesariamente derecha, ni derecha extrema, aunque sí de pensamiento político de centro y de sistema económico de libre mercado o de economía social de mercado, no se ve lo propio, salvo algunas pocas excepciones de origen alemán principalmente, en que sus fundaciones políticas de diferentes posiciones y matices han efectuado o hacen aportes financieros para la formación de cuadros y difusión de sus ideas.  Así tenemos las fundaciones Adenauer, Neumann, Hans Seidel y varias otras.

Volviendo a nuestro país, si hay personas y familias que no tienen tiempo que darle a la política, pero que sí tienen recursos económicos, deberían ayudar a los partidos políticos de su preferencia, en forma permanente y no solo en tiempos electorales, para difundir sus ideas democráticas y económicas, además de formar cuadros que sean en el futuro los que representen a sus agrupaciones en las justas electorales.

La realidad es que en nuestro medio, y cuando no hay campañas electorales, los partidos políticos podrían ser calificados como casi insolventes, no tienen ni para el té.  Las cuotas partidarias que se establecen en sus estatutos y reglamentos son cuantitativamente simbólicas y fácticamente inexistentes.  En tiempos no electorales, las agrupaciones políticas subsisten por obra y gracia del bolsillo de algunos de sus dirigentes.

Para solucionar esta situación y ocuparse de la formación de cuadros, necesitamos que quienes no ponen su tiempo, por lo menos usen su billetera.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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