Opinión

¿Dónde quedó el radicalismo del presidente Castillo?

Por: Richard Arce Cáceres

El ecocidio cometido por la empresa Repsol ha desnudado las miserias de este gobierno, pudiendo haber sido la “prueba de fuego” para demostrar solvencia, prolijidad y sobre todo competencia funcional, para abordar con la responsabilidad que corresponde la atención de esta emergencia ambiental. Era el momento para que el presidente Castillo muestre una posición radical, en la defensa de los intereses del país y nuestro medio ambiente.

Por cierto, en las dos últimas entrevistas concedidas a la prensa, Castillo ha sido incisivo en reiterar que está aprendiendo a gobernar y que otra es la realidad al ser Gobierno. Se saluda su sinceridad, pero llama poderosamente la atención el grado de irresponsabilidad para tener las riendas del país en sus manos imberbes. La gestión de esta contaminación ambiental confirma la hipótesis previa y nos muestra una nueva decepción, con la realidad que nos enrostra el peligro de la incompetencia de este gobierno.

Por tanto, se veía previsible la respuesta de la empresa Repsol, que aprovecha la laxitud de la legislación ambiental, que inclusive sabe que se debilitó la institucionalidad ambiental, restringiendo las capacidades sancionadoras de la OEFA, durante el gobierno de Humala y ahora estamos atados de manos, para exigir a la empresa que asuma sus responsabilidades por contaminar nuestro mar.

Por eso no es novedad -la posición irresponsable,- puesta de manifiesta por los voceros de la empresa Repsol, que llegan al extremo de negar la responsabilidad del terrible daño ambiental ocasionado con el derrame de más de 6,000 barriles de petróleo; causa una profunda indignación, más aún si sentimos la orfandad en las acciones de Gobierno para accionar con todo el peso de la ley y las potestades que tiene para arrinconar a la transnacional española, para garantizar mínimamente el resarcimiento económico, sin contar las evidentes responsabilidades penales que tendrían.

Generemos lecciones aprendidas, con los derrames de petróleo de Exxon Valdez en Alaska, o el incendio de la plataforma petrolera en el golfo de México, por parte de la transnacional British Petroleum BP; que justamente al principio negaban la magnitud del desastre natural ocasionado por sus negligencias y al final tuvieron que pagar, miles de millones de dólares, descredito mundial y las drásticas sanciones que tuvieron que asumir.

Las comparaciones son odiosas, pero, en este caso, son necesarias para que el presidente Castillo entienda lo que debería exigirle a Repsol, con las distancias de la cantidad de petróleo derramado por BP -al final es contaminación-. BP tuvo que asumir:

La prohibición temporal de tener contratos con el gobierno de los EE.UU. BP aceptó públicamente que sus prácticas de seguridad y ética sean monitoreadas por el gobierno de los EE.UU. durante 4 años.

BP pago todo el proceso de limpieza del mar, que entre costos y penalidades al 2018 había pagado 65,000 millones de dólares.

Solo en multas BP tuvo que pagar otros 4,500 millones de dólares En el 2016 BP tuvo que aceptar pagar otros 20,000 millones de dólares por multas adicionales e indemnizaciones a los pescadores locales. ¿Entenderá el presidente que este desastre ambiental va a tener que pagarlo Repsol?

Esperemos que sí, pero para eso tiene que empezar a actuar con responsabilidad y compromiso, para eso se le eligió, no para que practique.

(*) Ex congresista de la República

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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