Opinión

Tarata 1925 – Tarata 1992

Por: Victor A. Garcia Belaunde

El 21 de julio de 1922 el Perú y Chile se someten al arbitraje del presidente de los Estados Unidos para resolver tres cuestiones: los límites del sur de Arica, la realización del plebiscito después de haber pasado el plazo estipulado en el Tratado de Ancón y la entrega de Tarata, provincia que no estaba dentro del territorio sometido a plebiscito.

El 4 de marzo de 1925 el árbitro resolvió que correspondía realizar el plebiscito no obstante el tiempo transcurrido; se mantenían los límites provinciales de 1879 por lo que Arica quedaba con la misma conformación territorial y se obligó a Chile entregar el territorio de la provincia de Tarata con los límites establecidos en 1879.

A Chile no le quedó más que entregar la ciudad de Tarata el 1° de septiembre de 1925, la reincorporación del territorio tarateño al dominio peruano fue todo un acontecimiento: Agustín Edwards Ross delegado de Chile entregó el territorio y la recibió Manuel de Freyre Santander el delegado del Perú, en presencia de John Pershing representante del árbitro norteamericano y presidente de la comisión plebiscitaria.

Tarata, al igual que Tacna y Arica sufrían el cautiverio y la ocupación del invasor además de los distritos de Estique y Tarucachi que fueron tomados por la fuerza y se vieron inmersos en una situación difícil ante un enemigo implacable, ocupación que duró más de 42 años de injusta administración chilena. El Boletín de Enseñanza del Ministerio de Educación de 1926 dedicó los números 22 y 23 a la reincorporación de Tarata y poblados anexos, con fotografías donde se observa a la entonces niñez y juventud peruana enarbolando la bandera nacional, así como la llegada de los profesores que iban a impartir conocimientos.

Fue tanto el significado de Tarata que después en diversos lugares del país hubo calles que llevaron su nombre. Justamente una calle del distrito limeño de Miraflores en homenaje a los hombres y mujeres de aquella circunscripción cautiva por tanto tiempo, llamó Tarata a una de sus céntricas calles.

La calle Tarata en Miraflores de tan solo dos cuadras tiene edificaciones de varios pisos y en la parte baja existen hasta hoy restaurantes, cafeterías y negocios que han hecho del lugar uno de los más transitados y visitados, además de la cercanía de instituciones bancarias y desemboca en la siempre bullente avenida Larco.

No obstante, la convulsionada situación interna que vivía el Perú por el terrorismo, la capital por diferentes sectores estaba siendo atacada por la subversión y era común los estallidos de coches bomba destruyendo las fachadas de las instituciones que tenían por blanco, como ocurrió el 5 de julio de 1992 que destruyó el canal 2, matando a tres de sus trabajadores.

Once días después, el 16 de julio de 1992 los delincuentes terroristas de sendero luminoso hacen estallar dos coches bomba en la calle Tarata a las 9.15 p.m. matando a 25 personas y dejando heridas a otras 230; afectando a más de 180 viviendas. El demencial atentado en horas de mayor tránsito en la zona no paralizó la vida de las personas que moraban en el lugar y con el empuje de su alcalde Alberto Andrade se recibió la solidaridad de todo el país realizándose una gran marcha por la paz.

Tarata el pueblo que supo mantener la peruanidad de su territorio y no se doblegó ante la imposición de una fuerza extraña tiene su similitud en otro lugar del mismo nombre donde vecinos de un distrito a pesar de un atentado vil y subalterno, no le tuvieron miedo al terror y volvieron a darle vida a la zona donde viven y trabajan; una pileta nos recuerda que la solidaridad vence la insania extremista; siendo ambos ejemplos una muestra que para vencer la adversidad es necesaria la unidad para salir adelante.

(*) Excongresista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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