Opinión

Comercio ambulatorio en plena autopista

Por: Fernando Cillóniz Benavides

En esta oportunidad, me referiré a la autopista Lima – Ica. Así se le llama a la carretera Panamericana Sur (Red Vial No 6), en el tramo comprendido entre Pucusana (al sur de Lima) y Guadalupe (al norte de Ica). Millones de peruanos –y extranjeros– hacemos uso frecuente de dicha vía para trasladarnos entre ambas localidades. La autopista cuenta con calzadas separadas para los dos sentidos de circulación, cada una de ellas con dos o más carriles. Hasta aquí, todo bien.

El problema es que, por definición (y sentido común), ninguna autopista debería tener semáforos y/o rompemuelles. Sin embargo, la autopista Lima – Ica tiene pasos a nivel (con semáforos y rompemuelles).

Pero eso no es todo. A la altura de los semáforos de Santa Cruz–Lanchas y Barrio Chino, ¡en plena vía!, el comercio ambulatorio de comidas y bebidas está a la orden del día. Incluidos limpiadores de parabrisas y mendigos… con bebés a cuestas. ¿Riesgos para sus vidas? “Qué se va a hacer”, dicen ellos… y agregan: “Todos tenemos derecho a trabajar”. ¿Qué dicen las autoridades municipales y/o del Ministerio de Transportes al respecto? …

¡No se oye, padre! ¡Un caos! ¡No hay derecho –digo yo– que el Gobierno Central (básicamente el Ministerio de Transportes y el Ministerio de Economía) demore tanto la suscripción de las adendas que permitan la construcción de los pasos a desnivel en esos dos puntos críticos de la autopista Lima–Ica! Y el intercambio vial entre la autopista y la vía Los Libertadores, a la altura de San Clemente (Pisco). Y la vía alterna al Puerto de Pisco. Y –¿por qué no?– la Vía de Evitamiento de Ica, para evitar el infierno que significa atravesar la tripa vial de 46 kilómetros entre Guadalupe y Ocucaje.

Ojo. Todo eso –y mucho más– podría hacerse sin gastar un centavo del Tesoro Público. Pero no. Aparte de no hacer nada… ni dejar hacer, el Gobierno central limita las obras y mejoras mencionadas anteriormente, causando demoras, sobrecostos y accidentes… innecesariamente.

Efectivamente, yo, que ando por esos lares, varias veces he visto –delante de mis propias narices– atropellos y accidentes en dichos puntos críticos de la autopista Lima–Ica. ¡Cuántos más habrá habido, en mi ausencia! Pues, ¿cómo no van a haber accidentes si –a cada rato– madres y niños cruzan la autopista para ir y venir del colegio?

Arrieros con sus burros, vacas, cabras, ovejas y perros cruzan la autopista porque no tienen otra forma de hacerlo. Y cada vez que se enciende la luz roja –ya lo dije– una turba de ambulantes y mendigos se lanzan a la caza de clientes al paso, hasta que – de pronto – se enciende la luz verde, parten los carros, y ‘pum-dum-gum’ … ‘peatón muere atropellado en la autopista Lima–Ica’. ¿Cuántos titulares parecidos han aparecido en primeras planas de medios periodísticos iqueños? ¡Cualquier cantidad!

Mientras tanto, nuestras autoridades –del Gobierno central, de los Gobiernos regionales y de los Gobiernos municipales– están más ocupados en el vergonzoso tema de los relojes Rolex de la presidenta Boluarte, que en mejorar la infraestructura vial de nuestro país, y de paso, evitar accidentes que jamás debieron ocurrir. ¡Patético!

(*) Ex gobernador regional de Ica

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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