Opinión

Revolución, paros y marchas

Por: Victor A. Garcia Belaunde

Proclamada la independencia del Perú el 28 de julio de 1821, se convocó a fines de ese mismo año a un congreso constituyente que determinó el gobierno republicano que hasta hoy tenemos. No por ser la república definida en los textos de teoría política nuestro país se encontraba en un paraíso de orden y legalidad. La realidad fue otra, la anarquía, el caudillismo y la falta de apego a la ley permitieron que la república no se acerque al ideal de la independencia.

La anarquía de nuestros primeros años, sumada a la catástrofe dejada por la Confederación Perú – boliviana y sus secuelas, el país recién encontró la paz con Ramón Castilla y cuando este dejó el poder en 1851 apareció el escándalo de la consolidación de la deuda interna y nuevamente Castilla toma el poder ante los evidentes actos de corrupción de Rufino Echenique. Posteriormente en 1865 el coronel Mariano Ignacio Prado decide traicionar a su mentor el general Juan Antonio Pezet que a dos meses de haberlo nombrado prefecto de Arequipa se aprovecha de la desinformación de la población y manipula como traición lo realizado en el tratado Vivanco Pareja. Defenestrado el régimen constitucional hasta se hizo una nueva constitución de efímera duración.

Dramáticos momentos sufrió la ciudad de Lima cuando ocurrió la revolución de los hermanos Gutiérrez el 22 de julio de 1872 para evitar que un civil asuma el poder. Los Gutiérrez querían impedir a toda costa que Manuel Pardo asuma la primera magistratura del país, el pueblo de Lima respondió en forma violenta terminando con la vida de tres de los hermanos, colgando los cadáveres de dos de ellos en las torres de la catedral de Lima.

Una confrontación de mayores características de las que tuvimos hasta ese momento fue la revolución de 1894-1895 donde Nicolás de Piérola derroca al gobierno abiertamente impopular del general Cáceres quien se hizo del poder a la muerte del general Remigio Morales Bermúdez. Con un gran costo de vidas Piérola después es elegido presidente constitucional iniciando lo que Basadre llamó la República Aristocrática, la que continúa en forma diferente con el oncenio y se derrumba definitivamente a la salida de Leguía.

Federico More denominó a los acontecimientos al caer Leguía como “zoocracia y canibalismo” por la desorganización de las élites, los partidos y los líderes políticos de aquella época; el caos vivido en el Perú no tenía precedentes y la calma volvió solo cuando Oscar Benavides volvió al poder. Los derrocamientos de Bustamante (1948) y Belaunde (1968) obedecieron a asonadas militares por el poder, siendo el último para cubrir el contrabando en las más altas esferas castrenses en que estaba comprometido al alto mando.

El 19 de julio de 1977 la CGTP convocó a un paro general, solicitando aumento de sueldos de acuerdo al costo de vida. El paro fue acatado casi unánimemente por el pueblo, no por la cualidad de los convocantes sino por estar en contra de quienes detentaban el poder sin ser elegidos.

Posteriormente, hubo paros y huelgas que no necesariamente lograron lo que se proponían, hasta la manipulación ocurrida en marchas de protesta contra Manuel Merino a quien acusaban de golpista quien se encontró con el poder al ser vacado Martín Vizcarra, y que ahora conocemos los pormenores de su corrupto gobierno.

El éxito de una revolución, de un paro o de una marcha a lo largo de nuestra historia no se ha debido a quien lo convocaba sino a la popularidad de la medida. A 46 años del paro nacional de 1977, no hay la espontaneidad de aquella fecha, porque los convocantes pretenden venir a Lima y no realizar su protesta en su lugar de origen. En 1977 todo el país se paralizó contra una dictadura, y hoy así no lo quieran reconocer la que está en el solio presidencial llegó donde está por sucesión de quien se puso al lado de la Constitución y olvidan que el problema radica en el Congreso y la calidad sumamente cuestionada de la mayoría de sus integrantes.

(*) Excongresista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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