Opinión

Nos destruimos mutuamente

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En medio de la nueva crisis política y la consecuente inestabilidad, que amenaza con debilitar aún más la alicaída economía del país y, por ende, los bolsillos de todos los peruanos, se ha hecho viral en las redes sociales un fragmento de una entrevista que, hace ya varios años, le hizo César Hildebrandt a su hermana Martha Hildebrandt. El periodista le pregunta a la entonces congresista si somos un país suicida porque no nos podemos unir en grandes causas. Y ella responde, tajantemente, que —en efecto— “nos destruimos mutuamente por estupideces”.

Martha Hildebrandt prosigue: “Yo veo a gente bien intencionada que busca conflictos tontos sobre cosas tontas que luego le rebotan, pero lo que no es natural es pasar 75% del tiempo de cada uno, serruchando el piso al vecino y solo 25% en hacer algo positivo”. “Aquí, el peruano se pasa la mayor parte de su tiempo rajando, chismeando, todo a media voz —como decía González Prada—, todo. ‘¿Y no será que lo hacen por tal cosa?, ¿y no será que lo hacen por tal cosa?’. Porque el peruano, ¡ah, sí!, es vivísimo. ¡Siempre sabe todo! Está pobre, sin trabajo, hecho un desastre… hablando todo el día de lo mal que lo hacen los demás (…)”, agrega la lingüista, mientras su hermano César asiente y comenta: “Es un retrato muy cruel, pero exacto”.

Shakespeare decía que “la ira es el veneno que tomas tú esperando que muera el otro”, frase que actualizó Nelson Mandela con la siguiente expresión: “El rencor es como tomar veneno y esperar que mate a tus enemigos”. Y es exactamente lo que sigue pasando en la política peruana, es común verlo en el Congreso, donde pareciera que la función de fiscalizar ha sido reemplazada por declaratorias de guerra por “quítame esta paja”.

Y con eso no pretendemos decir que los congresistas no tengan que fiscalizar, pues es una función indispensable, más aún en estos tiempos de tanta corrupción, pero se exagera. Lo que hace el rival político, aunque sea positivo, bueno y provechoso para el país, es despreciado, vituperado y hasta difamado. Y viceversa.

Resulta que esta suerte de conflagración política ha sobrepasado los linderos del Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, incluidos los informes que los relacionan, para llegar al Ministerio Público. Se trata de una especie de terremoto político con réplicas en el Poder Judicial y otros organismos del Estado. Tiene razón don Ántero Flores-Aráoz, quien observa “una pelea de todos contra todos y sin árbitro”. Exactamente.

La referida entrevista que le hizo César Hildebrandt a su hermana Martha data de febrero del 2005. Han pasado 18 años y todo sigue igual. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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