Opinión

No más tiempos de barbarie (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Es doloroso y triste lo que está ocurriendo en este país llamado Perú, que sufrió tanto para llegar a la democracia, al gobierno del pueblo a través de las urnas, luego de tiempos de bárbaros Atilas, de oligarquías abusivas y dictaduras salvajes. Las zanjas oscuras que describía Vallejo en Los Heraldos Negros han vuelto. Justo cuando estábamos intentando levantarnos de la desolación, de la crisis económica, de las deudas y del desempleo que dejó la pandemia. Esto tendrá que pasar, pero cuando acabe, el llanto y el dolor darán paso a la resignación y esta, al remordimiento, todo lo vivido se empozará como un charco de culpa, como decía el poeta. Será la resaca de todo lo sufrido. Porque esta guerra no dejará ni vencedores ni vencidos.

Es cierto que la rebeldía se justifica de algún modo. Que hay pueblos del Perú profundo sin servicios básicos, sin hospitales, sin escuelas, en el abandono. Pero eso no culpa de este gobierno, que es transitorio y, por lo mismo, no podría darle solución a todo en unos meses. La cosa va más allá y en eso tienen que ver quienes están detrás, quienes soliviantan, quienes azuzan a las masas.

Estamos en los tiempos del absurdo, de las contradicciones y de lo insólito. Dina Boluarte fue elegida vicepresidenta de la República por el voto popular al lado de Pedro Castillo. Tras el intento de golpe de Estado de Castillo y su posterior vacancia, le correspondía a ella suceder al presidente para completar su mandato. Cumplió con lo establecido por la ley. Sin embargo, la acusan de traición, de confabularse con la derecha, cuando su objetivo solo era conciliar posiciones, llegar a un punto de equilibrio entre polos opuestos, entre los dañinos y absurdos radicalismos, para lograr la ansiada gobernabilidad y, de una vez por todas, echar a andar al país, que permanece estancado política y económicamente desde que asumió Castillo. Piden la vacancia de Dina Boluarte. ¿Para poner a quién en el gobierno hasta que juramente el presidente que salga electo? ¿A Williams Zapata? ¿A María del Carmen Alva? ¿A Bermejo? ¿A quién?

Las ironías van más allá. Los parlamentarios, quienes —hay que decirlo— se han ganado con creces el rechazo de las grandes mayorías, fueron elegidos en comicios libres. ¿Por los votos de quiénes? De quienes ahora exigen que se cierre el Congreso. ¿Y quiénes asumirán funciones en este poder del Estado hasta que juren los que salgan elegidos? ¿Los accesitarios, los suplentes? Sería más de lo mismo. Estamos por mal camino. Sin norte. Ojalá que todo acabe pronto y la tranquilidad vuelva al país por el bienestar de los 33 millones de peruanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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