Opinión

No es valentía, son signos de un ser con problemas mentales

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En otros tiempos, en las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiales se realizaban horribles prácticas de iniciación o “bautizo”, pruebas de rigor y castigo. Los más jóvenes eran obligados, por ejemplo, a rampar sobre excrementos o matar a un animal para bañarse con su sangre. Se decía que esas “pruebas”, espantosas y humillantes, eran parte de una “tradición” que tenía el objetivo de templar el carácter de los conscriptos o cadetes, de hacerlos más fuertes y valientes. Lamentablemente, parece que esas aberraciones no son cosa del pasado.

El último domingo, “Cuarto poder” dio a conocer el caso de un joven policía que denunció haber sido víctima de una violación grupal o en manada en el Escuadrón de Emergencia de La Victoria. Según su relato, su superior lo llevó a un dormitorio y luego llegaron 10 policías. Pese a sus gritos y súplicas, lo golpearon salvajemente, enrollaron con frazadas y abusaron de él sexualmente. Agrega que decidió contarle lo ocurrido a un brigadier, un mayor y un comandante, pero ninguno hizo nada.

No es invento o exageración. Hay pruebas. La víctima grabó a sus superiores cuando ellos le decían que esos abusos eran una “tradición” por la que todos tenían que pasar. En uno de los audios se les escucha hablar de un plan para juntar 4,000 soles con el objetivo de silenciar la denuncia.

La víctima puso la denuncia en la comisaría de La Victoria y un examen médico legista confirmó la violación. Recién ayer, ante la presión de los medios y las exigencias de justicia del congresista Alfredo Azurín, la PNP emitió un comunicado en el cual señala que los hechos ocurrieron el 9 de enero del 2023 y que, luego de la investigación, la Fiscalía de la Nación solicitó la detención de “dos de los presuntos implicados en la agresión”. Los otros 8 están libres, trabajando como si no hubiera pasado nada.

En su comunicado, la PNP garantiza una “investigación prolija y transparente” en este “tipo de hechos aislados”. Finaliza reafirmando su “compromiso de preservar la seguridad y bienestar de toda la ciudadanía”. ¿Y el policía víctima de ese execrable acto? Ni una palabra de solidaridad para él. Hay que recordar que hasta el papa Francisco pidió perdón por las violaciones de niños cometidas por curas, señores.

Según la denuncia, no se trataría de un hecho aislado y los jefes de la víctima trataron de encubrir a los agresores. Deben caer todos los responsables y darse plenas garantías que esta “tradición” repudiable será exterminada por completo. Vejar, humillar, torturar física y psicológicamente a una persona no es muestra de valentía, sino más bien de una vil cobardía de un ser humano con graves problemas mentales. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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