Opinión

Marchas, confianza y acusación

Por: Víctor A. García Belaunde

El 5 de noviembre se convocó a una marcha contra el desgobierno que preside el autodenominado profesor rural y magister por la Universidad César Vallejo, Pedro Castillo Terrones, convocada por diferentes organizaciones bajo el lema “Reacciona Perú”, en la cual se apreció civismo y las personas ejercieron su derecho a protestar: A pesar del uso de bombas lacrimógenas y caballos que mal guiados por efectivos policiales lesionaron a algunos manifestantes, pero por lo general fue una protesta pacífica y ordenada.

En contraste al orden y formas que se apreció el sábado 5, se convocó a otra marcha en adhesión al gobierno a la que llamaron “La Toma de Lima”, (término que usó el ejército chileno para ocupar la capital peruana), y exigían una nueva constitución y el cierre del Congreso. En esta manifestación gobiernista hubo desmanes de algunos desadaptados y provocaban a la policía que resguardaba los accesos a los edificios públicos.

Se suma a esto la solicitud del Ejecutivo de hacer cuestión de confianza sobre un proyecto de ley que buscaba derogar la norma 31355, ley aprobada por insistencia en el parlamento y que motivó a que el gobierno presente una demanda de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, la que fue declarada infundada y con ello la ley 31355 mantiene su vigencia plena. La Comisión de Constitución del Congreso envió el proyecto al archivo por inconstitucional.

La Subcomisión de Acusaciones Constitucionales aprueba el informe final acusando al presidente Pedro Castillo en dos extremos, el primero por presunta traición a la patria que en caso se apruebe pasaría al Poder Judicial y este determine su culpabilidad; y el segundo es acusado por infracción a la Constitución referido a la vulneración de las normas a la defensa nacional y al pasar al Pleno dará lugar a la inhabilitación hasta por cinco años y con la consiguiente destitución del cargo.

Acusar al presidente por traición a la patria es un cargo que al parecer no es muy claro y no encaja dentro del articulado del código penal. La entrevista del periodista Fernando del Rincón al presidente del Perú Pedro Castillo sirvió para desnudar sus capacidades intelectuales, lo básico de su cultura y su total desconocimiento de la historia del Perú. En medio de todo esto, una persona con los límites que presenta el mandatario no podría traicionar a su propio país por carecer de elementos cognitivos de los sucesos del pasado de su patria. La traición es un acto deleznable que implica el conocimiento absoluto de lo que se hace para beneficio propio; por eso la ignorancia demostrada en las respuestas del mandatario peruano, nos permiten observar que fueron dadas para responder lo primero que se le ocurrió, conducta elemental como cuando uno se pincha el dedo con una aguja y como acto reflejo se retira la extremidad.

Con lo dicho, alguien así debe gobernar un país, y por eso se explica claramente los motivos de no dar declaraciones a la prensa y prefiere atacarla para no exponerse más y evitar los resultados ahora conocidos.

Acusar al presidente por traición a la patria requiere de una votación simple, muy diferente de la infracción a la Constitución la cual necesita de la misma cantidad de votos para vacarlo.

Creemos que el Congreso debe hacer las cosas bien, y no buscar la simpleza de los votos, que es lo que el presidente y sus aliados ahora mantienen. Lo que debe prevalecer es la contundencia de la razón, por eso esperemos que esto sea el preludio para cuando se vea la acusación de la Fiscal de la Nación, que jurídicamente es más sólida y así nuestra representación nacional determine si desea que el país siga siendo gobernado por Pedro Castillo, sus sentenciados y sus prófugos.

(*) Abogado y excongresista

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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