Opinión

No basta castigar a violadores

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El secuestro y violación de una niña de 3 años ha causado la indignación y repudio nacional. El repudiable hecho se hizo viral en las redes sociales y pasó a ser tendencia noticiosa en todo el país debido a que se difundió un video del rapto. De lo contrario, si no hubiera habido imágenes, solo se habría sumado a la larga lista de casos de abuso sexual, que antes de ese último hecho parecía no interesarles a las autoridades.

Para combatir los abusos sexuales no basta la castración química ni la pena de muerte, pena esta última que es imposible de aplicar en el Perú. Es necesario identificar y atacar las causas de los altos índices de violaciones contra niños y niñas, adolescentes y mujeres. Y en eso tienen que ver aspectos relacionados con diversos factores, como la educación, la cultura, el estado psicológico y otros, que deben ser analizado por muchos especialistas.

Ni siquiera la pandemia del COVID-19 hizo que los depredadores sexuales se abstengan de cometer sus fechorías. Según el Programa Aurora, del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, de enero a octubre del 2021 se atendieron más de 12,828 casos de violencia sexual en menores de 0 a 17 años. Además, se registraron 5,728 casos de violación sexual de NNA (niños, niñas y adolescentes) en ese rango de edades. Del total de casos atendidos por los Centros de Emergencia Mujer (CEM), de enero a diciembre del año pasado, el 86% de víctimas correspondió a mujeres, mientras el 14% a varones.

Estas alarmantes cifras, que solo se están difundiendo ahora que ocurrió el caso del “Monstruo de Chiclayo”, evidencian la situación de desprotección y vulnerabilidad en la que se encuentra este sector de la población.

Los violadores merecen el más duro castigo, no solo basta encerrarlos de por vida en una cárcel, donde el Estado los seguirá manteniendo, gastando el dinero de todos los peruanos para que tengan un techo y alimentación.

Muchos rechazan la castración química, alegando que no ha ayudado a bajar los índices de violación en otros países. Quienes están a favor alegan que al menos se evitaría que los depravados sexuales, la mayoría de los cuales vuelve a abusar de indefensas criaturas cuando salen en libertad, ya no podrán violar a nadie.

Pero al margen del castigo a los violadores, que es justo, es necesario trabajar en la formación dentro del hogar y en la educación que reciben los niños y adolescentes en la escuela. Es allí donde perfilan los rasgos de su personalidad. Un niño sano será una buena persona. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

 

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