Opinión

No a la violencia y el caos (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Quién hubiera imaginado que algún día coincidirían en sus demandas los seguidores de Vladimir Cerrón, algunos leales a Pedro Castillo (Aníbal Torres, Betssy Chávez, Iber Maraví), la crema y nata del sector caviar —léase Verónika Mendoza, Marisa Glave, Anahí Durand, Mirtha Vásquez—, organizaciones vinculadas a Sendero Luminoso como el Fenatep y el Conare, así como el clan narcoterrorista de los Quispe Palomino en el Vraem, a través de la “camarada Vilma”. Todos ellos impulsan, promueven o apoyan la llamada “Toma de Lima”, a la que también le llaman “Marcha Nacional – 19 de julio, pero que en el fondo tiene la misma intención: crear incertidumbre y caos para tumbarse al gobierno de Dina, cerrar el Congreso y reponer a Pedro Castillo.

En la justificación de las acciones violentista se llega al absurdo. Varios políticos han puesto el grito en el cielo por la disposición del Ministerio del Interior de controlar el acceso a Lima, empezando por el control de Pucusana, por donde llegan los vehículos procedentes del sur. Dicen que la autoridad no puede exigir el DNI a los transeúntes o pasajeros de los vehículos, que con esa medida se están conculcando sus derechos.

Resulta que la revisión de DNI está permitiendo la captura de personas requisitoriadas, de delincuentes que son un peligro en las calles. Desde décadas pasadas, con la misma medida, la Policía capturaba a delincuentes terroristas que atacaban comisarías y volaban torres a punta de pólvora y dinamita. Siendo así, ¿se le puede negar a la autoridad la posibilidad de recurrir a estos operativos de control para resguardar la seguridad y la vida de la población?

Por otro lado, también se cuestiona que la Policía Nacional realice batidas en las carreteras porque, según dicen los impulsores de la “Toma de Lima”, se está violando el derecho al libre tránsito. ¿Y cuando los manifestantes bloquean las vías de comunicación e impiden que pasen las ambulancias con pacientes que necesitan una operación o tratamientos en los cuales unos segundos puede ser la línea divisoria entre la vida y la muerte? ¿Los violentistas sí tienen derecho a bloquear carreteras a la mala e impedir la circulación de vehículos, aunque se trate de una emergencia? Pueden ejercer el derecho a la protesta, un mecanismo que, incluso, ha motivado importantes cambios sociales. Pero cuando el objetivo responde a intereses de una mezcolanza de personas y grupos que solo buscan el caos y la incertidumbre para pescar en río revuelto, entonces hay que pensar más de una vez antes de comprometerse con el apoyo a estas protestas. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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