Opinión

Al adversario caído, ni una palabra

Por: Jorge del Castillo Gálvez

Con motivo de la extradición de Alejandro Toledo Manrique, se han vuelto a desatar una seria de pasiones que empiezan a expresarse en los medios de comunicación y que han dado lugar hasta a falsas adhesiones como portátiles pagadas e integradas por personas que ni saben quién es Toledo, hasta crisis de pánico en otras que tienen temor de ser mencionadas o imputadas por Toledo de complicidad, teniendo presente que todavía está libre la Sra. Eliane Karp que podría ser una caja de sorpresas en cuanto a revelaciones se refiere.

Posiblemente, algunas de las adhesiones o acercamientos: “prisión domiciliaria”. “está enfermo con cáncer”, “hizo el mejor gobierno”, “la culpa es del Apra y el fujimorismo”, etc, etc., no son otra cosa que comentarios de como portarse bien para no ser delatados por el expresidente.

Esa es la miserable existencia de algunos que no tienen dignidad ni sentido de la historia. En cambio, desde el APRA, tenemos otra perspectiva de ver las cosas. Históricamente, no obstante haber sido un partido maltratado, perseguido y proscrito a lo largo de sus casi cien años, siempre han prevalecido principios humanistas y principalmente el perdón. Siempre pusimos al Perú primero.

Haya de la Torre, Manuel Seoane, Ramiro Prialé, Luis Alberto Sánchez, Luis Heysen, Carlos Manuel Cox, Fernando León de Vivero, Armando Villanueva del Campo y miles de apristas de todas las épocas sufrieron persecución y destierro y cuando salieron en libertad lo hicieron sin odios ni sed de venganza. Víctor Raúl solía decir “No tengo memoria para agravios”. “Mortal, no hagas que tu odio sea inmortal”. “Al adversario caído ni una palabra”.

Víctor Raúl luego de la prisión en el Panóptico,1932-33, al salir en libertad “solo tuvo expresiones de generosidad y reconciliación con todos los peruanos”. “Solicitó a sus abogados Bielich y Rospigliosi que no interpusieran la acción legal a que tenía derecho por el trato inhumano recibido” (Roy Soto T. I pag. 283)

Años después vendría el asilo de más de 5 años en la embajada de Colombia en la Av. Arequipa y cuando pudo salir del país luego del Fallo de la Corte de La Haya, jamás tuvo palabras de agravio a sus carceleros y perseguidores.

Tampoco lo tuvo cuando fue vetado por los militares (1962) pese a tener la primera votación, solo tuvo desprendimiento personal por el Perú.

Ramiro Prialé pasó 14 años en prisión y cuando fue liberado, no obstante que hubiera podido demandar al Estado, solo pidió que le devolvieran su cargo de profesor en la Gran Unidad Escolar Mariano Melgar de Breña. Una vez, su esposa Antonieta atendió la puerta de su casa y era nada menos que el jefe de los soplones Alejandro Esparza Zañartu, como es natural ella quiso rechazar su presencia, pero al escuchar Ramiro bajó y lo hizo pasar para atenderlo en una urgencia familiar que tenía su ex carcelero y lo sirvió, sin rencor alguno.

Lo mismo podríamos decir de Armando Villanueva que estuvo en El Frontón y que apresaron a su esposa Lucy Ortega de Villanueva. También aquellos que fueron deportados como Seoane, Sánchez, León de Vivero, Vásquez Diaz, Andrés Townsend y Carlos García Ronceros, así como miles y miles de apristas que fueron despedido de sus trabajos, exiliados y sin derecho a elegir ni ser elegidos.

Lo mismo escuché del presidente Alan García cuando en Ayacucho dijo “Viva la Paz” y cuando en la Plaza San Martín con voz vibrante dijo “Perdono a todos”. Esto es el APRA, ¡qué les parece!

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Back to top button