Opinión

Luchar contra el antisemitismo es un deber moral

Por: Hugo Guerra Arteaga

Un mes después de los atentados terroristas de Hamás contra el pueblo israelí la guerra ha adquirido dimensiones brutales. Se calcula que ya hay unos 10 mil muertos y centenares de heridos.

La violencia no tiene visos de terminar. El sábado 7 de octubre los fundamentalistas islámicos que controlan Gaza en un ataque sorpresivo contra el sur del estado hebreo perpetraron la peor matanza de judíos desde el Holocausto nazi. Asesinaron alrededor de 1,500 personas, entre ellos a gran cantidad de niños, mujeres y ancianos; degollaron a bebés; violaron a jóvenes y secuestraron alrededor de 400 inocentes. Además lanzaron miles de cohetes contra ciudades densamente pobladas.

Fue un acto de salvajismo pocas veces visto en la historia contemporánea contra el cual Israel ha declarado el conflicto bélico riguroso hasta que Hamas y las bandas terroristas islámicas sean erradicadas de la faz de la tierra. Una respuesta de justicia y sobrevivencia.

La defensa controla ya un amplio segmento de Gaza y ha destruido bases yihadistas en su gran mayoría camufladas en hospitales, escuelas, parques infantiles, infraestructura civil y una red de túneles de más de 500 km de extensión. A diferencia de los terroristas, la Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no han atacado ningún objetivo sin interés militar, no han disparado directamente contra la población inocente, y cumplen con advertir previamente para que la gente evacúe el teatro de operaciones y migre hacia la zona sur. Pero Hamas no censa en sus ataques artillados y utiliza a la población palestina como escudos humanos.

Estados Unidos y las potencias euro occidentales han desplazado unidades claves al Medio Oriente para prevenir que la crisis desemboque en una guerra regional, habida cuenta de que detrás de Hamás y de Hezbollah y otras organizaciones chiítas (que operan desde el Líbano, Siria, Irak y Yemen) está Irán, potencia con capacidad nuclear.

Rusia ha optado por una posición cínica que alienta a Irán y trata de preservar su eje energético global; los países árabes sunitas no respaldan a Hamas y no han dejado de lado el proceso de paz con Israel que les permitiría controlar el expansionismo de turcos e iraníes. A su turno China no se involucra directamente pero sigue amenazando con un conflicto en Taiwán.

A nivel latinoamericano los países del Foro de Sao Paulo, cómplices de la barbarie, se han alineado con Hamás. Sobre todo Bolivia (narco estado convertido en base iraní), Colombia, Chile, Venezuela, Honduras y Nicaragua. Y en el caso de Brasil se acaba de descubrir que células terroristas de Hezbollah estaban preparando atentados anti israelíes que, desgraciadamente, podrían ocurrir también en el Perú.

La reacción del gobierno de Boluarte ha sido tímida. Condena al terrorismo, pero no se atreve a romper relaciones con el pseudo gobierno palestino. Y, finalmente la gran prensa internacional y muchos centros académicos en el Perú y en el mundo han sacado a relucir su más primitivo y asqueroso antisemitismo, antijudaísmo y antisionismo. Taras de las que el mundo no se ha despojado desde la Segunda Guerra Mundial y que debemos combatir desde una posición de principio: “Am Yisrael Jai” (El pueblo de Israel vive). No olvidemos que la sobrevivencia del estado hebreo resume la sobrevivencia del Occidente judeo cristiano que el irracional fundamentalismo islámico quiere destruir en Europa y América.

(*) Analista politico

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