Opinión

Lo cortés no quita lo valiente

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La política está hecha de acciones y omisiones, pero también de gestos, los cuales muchas veces encierran un mensaje mucho más profundo que lo que se expresa con palabras. Por eso, según Sócrates, “la virtud política se realiza exclusivamente en la esfera del lenguaje o el gesto”. Y esto no solo incluye al lenguaje no verbal, a las miradas o al movimiento de las manos u otras partes del cuerpo. Me refiero a los gestos que albergan una intención política y marcan los pilares de un relato de gobierno en cualquiera de los poderes del Estado.

El presidente Pedro Castillo visitó ayer a la titular del Congreso, María del Carmen Alva, de las filas de Acción Popular. Se supone que fue una reunión cordial cuyo objetivo era intercambiar ideas y decidir un apoyo mutuo, respetando los fueros y sin renunciar al rol fiscalizador de cada uno, eso sí, para luchar por el país. Sin embargo, la despedida de la sobrina del recordado Javier Alva Orlandini dice otra cosa.

En la víspera, la presidenta del Congreso se reunió con el defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez. Luego de la cita, publicó la foto de despedida, ambos frente a frente, chocando puños. Ya antes había publicado fotografías de sus reuniones con otras autoridades, en todas se notaba un derroche de cordialidad, amabilidad, de buenas maneras y respeto. Y ni qué decir del saludo con sus colegas del Congreso, abrazos y hasta choque de mascarillas, lo cual tampoco es de halagar, pues las distancias a las que nos obliga la pandemia aún hay que respetarlas.

Sin embargo, con Pedro Castillo fue todo lo contrario. Cuando los periodistas les pedían posar para la foto, ella retiró el cuerpo y puso el codo para evitar el choque de manos. Luego hizo un gesto con una mano para indicarle al presidente que no se le acerque, ella dio un paso atrás y volteó la mirada.

Esa acción podría tomarse como el comprensible cuidado para evitar el contagio del COVID, el protocolo que siempre debemos tener presente, pero el gesto despectivo fue tan evidente que las fotos y videos del acto se hicieron virales en las redes sociales y muchos no dudaron en utilizar la palabra “racismo” como hashtag.

No se pide que un político sea un prodigio de diplomacia y humildad, pero bastan las buenas maneras y la consideración aun ante los enemigos. Por la salud política del país, esperemos que solo haya sido un lapsus y no una postura decidida y firme respecto a las relaciones de cordialidad y respeto que debe haber entre los poderes del Estado. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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