Opinión

Leoncio Prado y la posverdad

Por: Victor A. Garcia Belaunde

El 17 de julio último se ha presentado en el Centro de Estudios Históricos Militares un nuevo libro sobre la vida de Leoncio Prado del coronel José Qwistgaard Suárez y subtitulado “Marino y Militar”, tratando de precisar las actividades militares de marino y soldado del héroe de Huamachuco porque sirvió en la armada y en el ejército. Dos días después Raúl Chanamé presentó su texto “Peruanidad y Posverdad” donde realiza un estudio de cómo se ha distorsionado la historia de nuestro país con el único propósito de desinformar.

El historiador naval Jorge Ortiz Sotelo al presentar el texto describió generalidades del héroe confundiendo los servicios de Leoncio en Iquique cuando estos los realizó en Arica ubicando la Isla Alacrán en Iquique; y que Leoncio Prado muere a los 26 años cuando sabemos que su fallecimiento ocurrió cuando le faltaban días para cumplir los 30. Mientras el historiador Roberto Mendoza Policarpo felicita al autor diciéndole que “Tenemos la gran obligación de leerlo porque son realmente documentos inéditos” y su exposición se basó en comentar aquellas epístolas.

Acá surge una interrogante, ¿Dónde se ubica la correspondencia de Leoncio Prado? y ¿quién las tiene? El motivo de esto lo sustento en el sentido que el libro que comentamos afirma que las misivas publicadas fueron donadas por la señora María Avelina Prado de Pigati (nieta de Leoncio) al Centro de Estudios Históricos Militares en la década del 80 del siglo pasado.

Esta información se contradice con la publicación del Boletín N° 3 del Archivo Regional de Huánuco que publicó el epistolario de Leoncio Prado en 2017, esta publicación según el señor Marco A. Flores Calderón Director Regional de Archivos de Huánuco, afirma que las cartas publicadas por su institución fueron proporcionadas por la familia Prado y agradecen a la señora Genara Prado, a Luis Flores Prado y a Vicko Izquierdo Prado. Las cartas publicadas en Huánuco son las mismas (con algunas agregadas) que las publicadas hace una semana, por lo que no son documentos inéditos.

De los muchos errores que contiene el libro resaltaré los siguientes: Cáceres no le restituyó derecho alguno a Mariano Prado, sino fue su esposa Magdalena Ugarteche quien pidió una gracia exclusiva para él, y el encargado de la presidencia Antonio Arenas por un decreto lo amnistió (p.30). De los 16 hijos que tuvo el general Prado Justo y Leoncio no son hijos de la misma madre; el apelli[1]do de la madre de Justo es Tafur como así lo acredita su partida de bautizo (p. 35); el distrito de Leoncio Prado corresponde a la provincia de Huara y no de Chancay (p. 39); La foto de la p. 56 no es a bordo de la fragata Apurímac, fue tomada en el estudio Courret, el mueble que aparece allí es parte de su mobiliario; la imagen en la p. 94 es un montaje mal hecho, los españoles no perseguían como en el far west; Leoncio Prado no estuvo en la batalla de Arica con Bolognesi sino en el Manco Cápac (p. 98); los mapas de Tarapacá (p. 100) y Tacna (p. 101) corresponde a un texto de geografía de Chile de Enrique Espinoza que no se le menciona en la bibliografía; la ley 11979 crea el distrito de Chucatamani y no el de Héroes Albarracín (sic) (p. 112); no se conoce que haya habido matrimonio entre Leoncio y la madre de su hijo Paola Pacheco (p. 122); el autor chileno de la Batalla de Arica no se llama Nicolás Molinari, sino Nicanor Molinare (p. 136); la palabra “genocida” no la pudo decir Abelardo Gamarra, porque es un término posterior a la segunda guerra mundial del siglo XX y la frase “estoy herido y prisionero” corresponde a un extracto de una carta apócrifa de la cual hay hasta tres versiones (p. 199). Además de errores ortográficos el texto parece que no ha pasado por un corrector de estilo.

La vida heroica de Leoncio Prado no necesita de adornos; su existencia que empezó a ser marcada por la conducta de su padre en 1879 le determinó a probar su valor. Que su muerte gloriosa descrita por Abelardo Gamarra no sirva a propósitos subalternos y hagamos un esfuerzo para que se narre únicamente lo que ocurrió. ¿Esta nueva narrativa podría engrosar el estudio de las distorsiones históricas que ha presentado recientemente el Dr. Chanamé?

(*) *Excongresista

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