Opinión

La última novela de García Márquez (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Según sus críticos, si bien en la novela “En agosto nos vemos” se observan chispazos literarios propios del estilo de Gabriel García Márquez, su calidad en conjunto no está a la altura de sus mejores obras. Sin embargo, percibimos ciertos prejuicios en esta apreciación, pues sí están presentes el hilo conductor del suspenso, la emoción narrativa, el lenguaje metafórico y la inventiva para crear esa amplia variedad de personajes, situaciones y escenarios que caracterizaba al premio nobel.

En una entrevista, García Márquez señaló que “En agosto nos vemos” comenzó como un cuento, pero poco a poco fue convirtiéndose en una novela. Sin embargo, cada vez le resultaba más complejo hilvanar la historia y cuando avanzaba un trecho, analizaba lo hecho y, como no le gustaba, retrocedía. Por esa razón le dijo a su hijo Gonzalo que destruyan el borrador de la obra.

“En agosto nos vemos” cuenta la historia de Ana Magdalena Bach, una mujer de 52 años, casada, que espera el octavo mes del año para visitar una isla del Caribe donde estaba enterrada su madre y dejar flores en su tumba. Una noche conoce a un hombre en el bar del hotel donde se aloja, se acuesta con él y da lugar a una historia de amor que consta de encuentros íntimos solo una vez al año: el 16 de agosto.

La obra, definitivamente, tiene el sello del autor de “Cien años de soledad”. Veamos un fragmento del primer párrafo: “Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso, su bolso de mano y como único equipaje un maletín de playa. En la fila de taxis del muelle fue directa a un modelo viejo carcomido por el salitre”. Están allí la prosa, el verbo y la capacidad descriptiva que caracterizan a García Márquez.

En definitiva, no se trata de una novela convencional, como todas las anteriores del escritor nacido en Aracataca, pues incluye fotografías de los documentos que dejó, lo cual le da un valor adicional al carácter póstumo de la publicación. Era lo último que trabajó el genial literato y merecía ser publicado, aunque él, agobiado tal vez por el cansancio propio de la edad, decidió que no se publicara.

Hay grandes obras, de novelistas tan mundialmente famosos como Gabo, que fueron publicadas póstumamente. Tenemos, por ejemplo, “El diario de Ana Frank”, de Ana Frank; “El proceso”, de Franz Kafka; “El primer hombre”, de Albert Camus; y “Alabardas”, de José Saramago. Son huellas que sus lectores merecieron conocer. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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