Opinión

La salud mental y el premier Aníbal Torres

Por: Omar Chehade Moya

Uno de los principales problemas que sufre el país y que nuestras autoridades han hecho muy poco o nada al respecto es la defensa de la salud mental de nuestra nación. Todos los días contemplamos impertérritos a gente abandonada a su suerte en las calles, viviendo una vida miserable y lamentable. Algunos otros que tienen mayor suerte son internados de manera temporal o permanente en hospicios o centros psiquiátricos. Es una problemática que ha sido muy poco tratada y debatida por nuestra clase política dirigente. Incluso nuestra propia Constitución política trata de englobar los problemas psiquiátricos solo a temas de salud, cuando esta controversia es mucho más compleja y va más allá.

Sin embargo, el problema mayor se da cuando personas que sufren deterioros mentales no son tratadas a su debido tiempo, y por vergüenza de sus familiares o entorno más cercano, se va ocultando la enfermedad para evitar las críticas o falsas vergüenzas de la sociedad. Cuando una enfermedad de tipo mental no se trata a tiempo se vuelve no solo incurable, sino que recrudece paulatinamente en su gravedad. En otros casos, el deterioro mental se ocasiona como consecuencia de la senilidad o el paso de los años de personas de la tercera edad.

Pero cuando estas son autoridades del más alto nivel político funcional, los que sufren las consecuencias no solo es el entorno familiar y más cercano de la persona con deterioros mentales, sino fundamentalmente la sociedad en su conjunto. El caso del primer ministro Aníbal Torres Vásquez, es el más paradigmático de todos. Desde hace 9 meses que asumió el Ministerio de Justicia y luego el premierato se ha ido convirtiendo en una ametralladora humana. Con su verbo procaz se ha dedicado a disparar a todos los que discrepen o critiquen su nefasta gestión ministerial. Como la canción de Chabuca Granda, La Flor de la Canela: “derrama lisura y a su paso dejaba aroma de mixtura que en el pecho llevaba”.

A sus casi 80 años lejos de cerrar con broche de oro el tiempo que le dedicó a la cátedra universitaria y a sus alumnos sanmarquinos, se lo recordará como el ministro que hizo todo lo posible por enturbiar aún más la política de la mano de un gobierno desastroso y un jefe de estado impresentable. Se lo evocará como el primer ministro del insulto, de la sátira mal dicha, como el provocador, el “Pedro Navaja” de la tira cómica que representa defendiendo a un gobierno de asaltantes, de ministros prontuariados, de asesores palomillas. Se lo recordará como el premier que defendía a Adolfo Hitler, que hacía apología del dictatorial régimen Nazi en plena conferencia de prensa. Se lo evocará como el odiador y resentido. La última perla de Aníbal Torres ha sido insultar al Cardenal Pedro Barreto, llamándolo: “persona miserable”, solo por el hecho de pensar, ridículamente, que todos los que apoyan el Acuerdo Nacional como lo hacía el Cardenal, son de la ultra derecha. El Estado debería preocuparse mucho más en defender la salud mental de toda nuestra nación.

(*) Exvicepresidente del Perú y excongresista de la República.

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