Opinión

La nueva estrategia del enemigo comunista

Por: Hugo Guerra Arteaga

La guerra desatada contra el Perú ha entrado a una fase de desgaste que no privilegia tanto las acciones armadas sino a la erosión sistemática de la instituciones nacionales y la manipulación de la opinión pública extranjera.

La primera ola lanzada entre diciembre y mediados de enero se caracterizó por el asalto a aeropuertos, el bloqueo de la red vial y los ataques a los activos críticos del estado. La segunda ola, un tanto yuxtapuesta a la anterior, pretendió la “toma de Lima” que perturbó durante varios días a la población nacional por los enfrentamientos con la policía.

La nueva ola consiste en la “segunda toma de Lima”; pero hasta el momento las filas subversivas han sido incapaces de provocar mayores sobresaltos. No se descarta, sin embargo, que los terroristas puedan intentar atentados selectivos, por lo que se requiere estar muy alertas.

¿Por qué el cambio de estrategia? Hay muchas explicaciones sobre la conducción de la guerra molecular disipada que está en curso, pero parece haberse producido un conflicto en la cúpula que dirige las acciones desde el anonimato. En Puno, por ejemplo, siendo el epicentro de la violencia, el Fenatep, es decir el grupo más directamente vinculado a Sendero Luminoso, ha tomado el control diseñando un esquema en el que permite que la policía y los militares estén presentes, pero el control civil sea controlado por los violentistas que actúan desde las sombras.

La división de los partidos comunistas en el Congreso también revela que hay una lucha de líneas en la dirigencia subversiva; y probablemente el acto unificador próximo sea una amplia huelga magisterial que pondría en jaque al gobierno de Boluarte.

Por otra parte los cabecillas se han encontrado con una realidad muy diferente a la de otros países latinoamericanos. En el Perú la resistencia anticomunista es ideológica pero también activa, así el pueblo ha demostrado con acciones que no quiere más inestabilidad. Así intentar doblegar a 34 millones de personas es una tarea prácticamente imposible.

En el frente externo el ataque subversivo sí se multiplica. Intervienen ilegítimamente desde ONG que trafican inmoralmente con los derechos humanos (caso de Amnistía Internacional), hasta la ideologizada Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la corrupta Comisión de DDHH de las Naciones Unidas. En todos los casos se busca desestabilizar a un gobierno que está actuando dentro del marco constitucional y criminalizar el derecho a la defensa de la democracia. A esa corriente se suma la imbecilidad especial de dos presidentes extranjeros: López Obrador de México y Petro de Colombia. Ambos moralmente descalificados y con vínculos demostrados con el narcotráfico y el plan geopolítico del Foro de Sao Paulo. También Evo Morales sigue presionando desde el Runasur en comparsa con el gobierno de La Paz; y no parará hasta que los militares peruanos, por principio de retaliación, golpeen con dureza objetivos bolivianos.

Llamativamente el subsecretario de Estado norteamericano para América Latina, Brian Nichols, ha señalado que sería deseable un adelanto de elecciones, pero eso no debe preocuparnos porque ya se ha esclarecido que se trata de la opinión personalísima de un ex embajador que tiene paradójicas simpatías por la izquierda marxista.

Así las cosas, solo nos queda resistir: en lo interno respondiendo con rigor y drasticidad dentro del marco constitucional y en lo internacional redoblando el esfuerzo para que el mundo entienda que el Perú es víctima, no agresor, del ataque comunista regional.

*Analista político

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