Opinión

La doble moral de los caviares (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

“Los caviares olfatean el poder y son un peligro”. El autor de la frase es el internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay, quien en una entrevista con La Noticia describió con las palabras precisas a ese grupúsculo indigno de la política peruana. Los caviares exprimen las ubres del Estado a través de remedos de trabajos e incluso desde planillas fantasmas, justificando sueldos inmerecidos y casi siempre jugosos.

El término caviar se importó hace décadas de Francia, donde se hablaba de la “gauche caviar”, que hacía referencia a los políticos de izquierda de clase social privilegiada que, tras considerarse herederos de la Revolución Rusa, conocían del país de Lenin solo el delicioso caviar, manjar exclusivo de las élites acomodadas y de alto poder adquisitivo.

Los tiempos han cambiado y los caviares han experimentado una metamorfosis, de tal manera que hoy los hay de diversos tipos. Los caviares enarbolan las banderas de un pretendido socialismo de escritorio, utilizan la palabra pueblo a cada rato y dicen abrazar las luchas de los oprimidos, de los sin techo y de los que comen cuando hay, pero todo es de la boca para afuera, ya que en la práctica son oportunistas, arribistas y convenidos.

La lingüista Martha Hildebrandt los definió alguna vez como “los niños de bien que se portan mal”, pero se quedó corta, pues los caviares no solo pueden ser gente acomodada, sino también individuos que hacen de la prédica izquierdista y la doble moral un negocio redondo.

En realidad, hay caviares escondidos de las mismas élites económicas y políticas que aparentemente salen de su confort para simular acciones solidarias. También los hay emergentes, los que salen de abajo y se acomodan arriba. Y los que, por esas casualidades del destino, tienen un amigo de infancia, compañero del colegio o promoción de la universidad, que llegó a las cúpulas del poder y se presta para el colocar por mano propia o apadrinar a parásitos en el aparato estatal.

Los caviares enlodan aún más la reputación de la izquierda decente, la que persiste en sus ideales, con sus errores doctrinarios, tal vez, pero sin mancharse las manos. Susana Villarán y Nadine Heredia, hoy enjuiciadas, son dos claros ejemplos.

La exministra Anahí Durand ensayó una curiosa redefinición de esa función al precisar que la consultoría que ella hacía en la PCM era un “acompañamiento crítico”. Es que a algunos ya les causa cierto rubor, pero pasajero, hablar de consultorías, asesorías, oenegés o sesiones de coaching al estilo Richard Swing, quien en el gobierno de Martín Vizcarra dijo que había sido contratado para “potenciar” algunos espacios del Ministerio de Cultura.

Realmente “los caviares” prácticamente se han convertido en una logia y un verdadero atraso socialmente y moralmente para el país. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Check Also
Close
Back to top button