Opinión

¿Qué hay detrás de la escena política?

Por: Luciano Revoredo

La increíble falta de visión de los políticamente correctos, la división del electorado democrático y un muy probable fraude electoral nos han puesto ante un desastre nacional. Un gobierno plagado de radicales, extremistas y corruptos.

Los sectores democráticos han sentido la amenaza totalitaria y la injerencia castrochavista del Foro de Sao Paulo y desde el período previo a la segunda vuelta han tomado las calles con relativo éxito. Existe un tercer bloque, pequeño, compacto y poderoso: los caviares. Estos han visto como los extremistas encabezados por Vladimir Cerrón los han utilizado.

Cerrón los desprecia, no tolera su actitud aburguesada, pero por momentos los necesita. Los caviares, siempre parasitarios no quieren perder sus privilegios de tener parte del estado y sus instituciones. Por eso los hemos visto en un doble juego.

Gorriti, el tótem y buque insignia de la caviarada, con su estado mayor del IDL está pretendiendo ser ahora protagonista de la protesta, por su parte la caviarada informal acepta callada la limosna de tres ministerios y encumbra al impresentable Pedro Francke. Por otro lado, Vizcarra sigue moviendo sus fichas y pretende fortalecer su cercanía a Castillo.

Castillo y Cerrón son siameses, juegan al viejo, aunque siempre efectivo recurso del policía bueno y el policía malo, pero los une una misma mirada radical, cargada de odio y resentimiento. Castillo es un personaje sin mayor formación humanística e ideológica, pero se fortalece en sus vínculos con el sindicalismo magisterial y su cercanía al MOVADEF (Sendero Luminoso).

Cerrón es un agente del comunismo internacional formado en Cuba. A ellos se suman otros como Bermejo y Bellido. Un indicador de lo que está pasando en la pugna política es que mientras los sectores democráticos o de la derecha cuestionan los vínculos con Sendero y el extremismo de quienes han tomado el gobierno, los caviares andan más preocupados de la homofobia y la misoginia de Cerrón y Bellido, entre otras paparruchadas y majaderías de su manual de pequeñoburgueses progres.

El gobierno lo han tomado marxistas leninistas. Ellos según queda claro en las palabras del propio Cerrón hacen una clara diferencia entre lo que es el gobierno y el poder. La toma del poder pasa por el vilipendio del parlamento, por el intento de establecer que la ley no procede del parlamento formal sino del pueblo, de las organizaciones populares, por eso hablan de una asamblea constituyente conformada por los sindicatos, las etnias, etcétera.

Un segundo elemento del manual leninista es el paulatino debilitamiento y extinción de la policía y las fuerzas armadas para ir sustituyéndolas por el “pueblo” empoderado y armado, ese es el afán de las rondas urbanas. Lenin también habla de tener funcionarios que reporten al pueblo organizado, que sean no más que un obrero, nunca aburguesados.

Está claro que la dupla Cerrón-Castillo sigue este plan. De momento tienen el gobierno. El deber de los demócratas es impedir que tomen el poder y luego sacarlos del gobierno. Si se logra esto, a la vez el temporal gobierno comunista hace el trabajo de apartar a los caviares del estado, se habrá reestablecido el Perú.

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