Opinión

Hermandad entre Perú y Argentina (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La reciente Copa América que ganó Argentina ante Brasil, en el mismísimo Maracaná de Río de Janeiro, también causó mucha alegría en nuestro país. Además de ser hinchas del fútbol de la albiceleste, los peruanos también tienen un gran aprecio por el país de Gardel, Borges, Soda Stereo, Maradona y Messi. Pero este sentimiento es recíproco, pues los argentinos no pierden la oportunidad de expresarle su cariño y respeto a los peruanos, ya sea con motivo del fútbol o cualquier otro hecho de relevancia internacional. En los momentos alegres o tristes siempre hay una voz de aliento o una mano solidaria de uno u otro lado.

Esta amistad bilateral tiene, definitivamente, antecedentes históricos que van más allá del deporte. Posiblemente nació en el periodo independentista argentino cuando la Revolución de Mayo, en 1810, fue secundada por movimientos libertarios en el Virreinato del Perú. O puede remontarse incluso a cientos de años atrás, cuando los incas, desde la época de Túpac Yupanqui, transpusieron la Meseta del Collao para llegar hasta la hoy provincia argentina de Catamarca, donde aún se erigen ruinas que tienen el sello del Tawantinsuyo. Por cierto, Catamarca es una palabra de origen quecha que significa “fortaleza en la ladera”. El idioma runasimi o quechua se habla incluso en la actualidad en Jujuy y Santiago del Estero. La amistad peruano-argentina (y viceversa) se acentuó con la gesta del libertador San Martín, quien el 28 de julio de 1821 proclamó nuestra independencia con la célebre frase “El Perú desde este momento es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Independencia!”.

Es tan arraigado este sentimiento de hermandad, que cada vez que nuestra selección juega un partido importante, en las redes sociales se hacen virales los mensajes de los argentinos que le desean lo mejor a Perú y le renuevan su agradecimiento eterno por el apoyo que nuestro país les dio en la guerra de Las Malvinas. Ese año, 1982, no solo se les envió aviones Mirage, sino que incluso muchos jóvenes peruanos solidarios hacían cola para inscribirse como voluntarios con la finalidad de viajar a tierras gauchas para enrolarse como soldados. Estaban dispuestos a luchar dando incluso la vida por el país hermano. Nos quedó corto el espacio para desarrollar un tema tan interesante. Mañana continuamos con la segunda parte. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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