Opinión

Gastar pólvora en gallinazo (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Muchas veces, los principales candidatos de una campaña electoral gastan balas por gusto con repetitivos ataques mutuos o disparando a un tercero que no está en la contienda. Utilizan las mismas frases, esgrimen las mismas acusaciones, lanzan las mismas amenazas. Todo eso llega a hastiar a los electores y por eso las encuestas cobran giros sorpresivos. Este clima dimes y diretes o tiros al aire puede generar las condiciones para la aparición de un outsider que venga de atrás para tomar la punta y confirmar que es cierto eso de “a río revuelto, ganancia de pescadores».

Una situación de esta naturaleza puede darse en la actual campaña electoral por la alcaldía de Lima. Esa reacción del público no es exclusiva de los fueros políticos, se da incluso en los medios de comunicación.

Un claro ejemplo es la técnica creada por los periodistas deportivos argentinos que consiste en simular peleítas entre dos conductores de los programas de televisión o radio para provocar encendidos debates, que a veces llegan al insulto, con el objetivo de atrapar al público. Pero resulta que en estos tiempos la audiencia ya no muerde ese anzuelo y por eso en los medios argentinos ya no aplican ese recurso. Sin embargo, en el Perú, donde se tiende a copiar modas, estilos y trucos del extranjero, se sigue con ese jueguito y por esos los televidentes o radioescuchas de ciertos programas deportivos cambian de canal o emisora.

Otro ejemplo de gastar pólvora en gallinazo se da en el programa de Gisela Valcárcel. Antes, le daba buenos resultados ventilar historias de amor, sacadas de vuelta y otros escándalos faranduleros en su programa, pero el público ya está cansado de eso y por la misma razón apaga el televisor. Por eso Gisela sufre una estampida de televidentes y el rating se le está yendo al suelo.

Muchos de los criterios que se utilizan en la comunicación de masas también aplican para el marketing político. Los entendidos en la materia lo saben, por eso sorprende que las campañas electorales estén tan mal conducidas y caigan en error tras error.

Como dice Vargas Llosa, estamos ante lo que él llama “la civilización del espectáculo” y la política misma se está convirtiendo en una especie de reality show. Pero llega un momento en que los electores ya no quieren escuchar de los candidatos la diatriba y sus bulliciosas “portátiles”, sino sus propuestas.Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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