La reciente encuesta elaborada por la empresa Ipsos demuestra dos resultados claramente contundentes. La primera es la desaprobación del Congreso que llega alrededor del 58%. Esto acredita que, lamentablemente, a pesar de la recomposición de este órgano del Estado lleva el lastre y el prejuicio de las gestiones anteriores, y a pesar de que no haya habido nada significativo que pudiera llevar a este nivel de desaprobación, los resultados señalan que es así y que esto se mantendrá en el tiempo.
La situación del Congreso se explica, entre otros factores, por el colapso del sistema de partidos políticos debido a las nefastas reformas electorales y constitucionales labradas, entre otras cosas, por el gobierno del inefable señor Martín Vizcarra que ha llevado a la destrucción de la carrera política al eliminar la reelección congresal y no haberse llevado a cabo las distintas modificaciones a los distritos electorales y, fundamentalmente, al mantener el voto preferencial.
Desde mi punto de vista haga lo que haga en el corto plazo, el Congreso no tendrá el beneplácito del pueblo. Será un trabajo de largo alcance y que deberá ir acompañado, necesariamente, con modificaciones urgentes.
Por otro lado, la encuesta arroja que la aprobación del presidente Pedro Castillo sigue viviendo de los efluvios generados por la campaña electoral, donde, con mucha habilidad, pero con poco sentido de gobierno, se han levantado los sentimientos más oscuros de la población, esos que tiene que ver con el racismo, con la lucha de clases, con la distinción entre ricos y pobres, con la supuesta distancia entre costa y sierra, con las diferencias culturales y un largo etcétera. Creo que eso es todavía aquello que un sector del país, sobre todo el de la zona sur, percibe.
Pareciera que los ciudadanos del Perú no nos hemos dado cuenta que han pasado 80 días y no tenemos Gobierno. Hay política, pero no hay Gobierno; vale decir que no hay planes, programas ni acciones. Tampoco existe una gestión eficaz y se ha nucleado a lo peor del lumpen político. Pero al parecer, nada de esto que menciono ha tenido una repercusión inmediata en la población.
A diferencia de lo que probablemente ocurrirá con el Congreso, tengo la impresión de que el señor Castillo tiene corta mecha y, en consecuencia, en las próximas semanas una nueva encuesta empezará a mostrar el desengaño y la decepción que el pueblo tiene de este nuevo Gobierno. No lo digo con gusto o de buena gana, porque lamentablemente estamos hablando de una situación que vive y que vivirá mi país en tanto el señor Castillo mantenga a toda esa gente que de gobernar sabe poco y de ciudadanía carece.
(*) Expresidente del Tribunal Constitucional
(*) Exministro de Justicia
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.
