Opinión

La realidad virtual en el Perú

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La pandemia demostró que, en el campo digital estábamos en la época de la carreta. Cuando se empezó a echar mano de las bondades de la tecnología de la realidad virtual para facilitar la distancia y el confinamiento, quedó demostrado que no solo se trataba de los problemas en las ventas por internet, que en un principio causaron un tremendo dolor de cabeza, sino también de las deficiencias en las clases virtuales, la falta de una homogenización de las historias clínicas de los hospitales del Minsa con EsSalud, y las engañosas cifras de los casos y muertes por coronavirus. Un verdadero desbarajuste.

Se han hecho muchos esfuerzos por corregir los errores, pero aún estamos a medio camino. Internet llegó al Perú en 1994, año en el que la primera cabina pública se instaló en el Centro Cultural Ricardo Palma con un total de 40 computadoras (20 PCs y 20 Macintosh). Sin embargo, recién a partir del 2000 se instalaron en el país cientos, miles de cabinas con acceso a internet.

Desde entonces han pasado más de veinte años y cuando llegó la pandemia nos encontró con programas, plataformas, aplicaciones de celulares y otros recursos muy pomposos y sofisticados, pero inadecuados para tal o cual actividad. Dicen que el que mucho abarca, poco aprieta. Y eso es lo que, a nuestro entender, estaba pasando con el mundo digital en el Perú.

En los medios de comunicación, por ejemplo, se adquirían paquetes informáticos de sistemas editoriales con más de cien funciones o beneficios, pero solo diez de ellos son los que necesitan los periodistas para realizar su trabajo. Y los técnicos de las áreas digitales, con aires de sabihondez, se empeñaban en los periodistas conozcan de “a” hasta la “z” de esos armatostes algorítmicos.

Los especialistas digitales de las empresas públicas, por ejemplo, se empeñan en digitalizar todo utilizando recursos muy complejos, en vez de ir por partes. Que el “big data” lo resuelva todo con un solo clic, pero resulta que hay datos que no se pueden almacenar en una tablita de Excel. Ocurre que hay una tendencia a desterrar el mundo real, a desplazarlo por la realidad virtual. Craso error. Los recursos virtuales son muy útiles y necesarios, pero deben ser aprovechados adecuadamente, sin la idea de matar el contacto físico, el registro del fenómeno social en el lugar de los hechos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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