Opinión

En defensa de nuestra libertad

EDITORIAL

La noche del martes, en la calle Génova de Madrid, sonó a todo volumen por los altoparlantes la canción ‘Libre’ en la voz del recordado intérprete valenciano Nino Bravo. Se trata de un tema inspirado en Peter Fetcher, un joven de 18 años que, en 1962, fue la primera víctima mortal de las tantas que sucumbieron en su desesperado intento por cruzar el muro de Berlín en busca de uno de los más preciados tesoros del ser humano: la libertad.

Frente al número 13 de dicha arteria madrileña, donde se encuentra el local del Partido Popular (PP), miles de personas se concentraron para participar de una celebración y cantar ‘Libre’. Se trataba del triunfo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien había ganado las elecciones autonómicas con holgura. El bloque de la derecha (PP y Vox) sobrepasó con amplitud los 69 diputados que fijan la mayoría absoluta. El gran perdedor fue Pablo Iglesias, líder de la izquierdista Unidas Podemos, quien decidió retirarse de la política tras la rotunda derrota.

En términos filosóficos, libertad es la capacidad de obrar sin impedimentos, de autodeterminarse, lo que supone la posibilidad de elegir tanto los fines como los medios que se consideren adecuados para alcanzar los objetivos propuestos. Los filósofos de la Grecia Antigua le dedicaron muchas reflexiones al tema y el mismo Platón llegó a decir que “La libertad está en ser dueños de su propia vida”. Por su parte, Pitágoras, influido por Anaximandro y Tales de Mileto, afirmó que “La libertad le dijo un día a la ley: Tú me estorbas. Y la ley le respondió a la libertad: Yo te guardo”.

En la medida en que podemos aplicar el término a distintas facetas de la realidad podemos hablar de diversos tipos de libertad: moral, jurídica, política, religiosa, de pensamiento, etc. La libertad política está estrechamente vinculada con los conceptos de las libertades cívicas o civiles y los derechos individuales, incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A su vez, las libertades cívicas pueden considerarse como la capacidad de realizar diferentes actos de trascendencia pública sin impedimento estatal, y gozando para su disfrute de la protección del mismo Estado. Entre ellas tenemos a la libertad de circulación, de enseñanza, de empresa, religiosa, intelectual, de prensa y otras.

Una de las virtudes de la  democracia, el sistema que nos rige a los peruanos,  es que se trata de la única forma de gobierno que garantiza la libertad política de los ciudadanos. Es un derecho inherente a nuestra condición de personas humanas. Por lo tanto, estamos llamados a defender nuestra libertad, que está consagrada en la Constitución Política del Perú. Nadie tiene el derecho de ponernos alambradas o muros ni cortarnos las alas.

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